El anunciado traslado de la parroquia atlética a San Blas ha generado división de opiniones según sea el colectivo afectado. Los hosteleros ven con preocupación la mudanza, pues un día de partido, con unos 50.000 aficionados que son clientes potenciales, significa para ellos hacer la caja de un mes. Los vecinos, por su parte, miran al Calderón y piensan: lo echaremos de menos, pero ¡qué tranquilos vamos a estar! Pero los efectos ciertos son aún una incógnita.
