Quince años. Ese el tiempo que llevan los vecinos de Barajas, Coslada, Mejorada del Campo, Paracuellos, Belvis del Jarama, Algete, Torrejón de Ardoz, San Blas, San Fernando de Henares, San Sebastián de los Reyes, Tres Cantos y Cobeña, entre otros, aguantando ruidos, contaminación y noches sin poder conciliar el sueño. “En total somos cerca de 800.000 vecinos los afectados por este aeropuerto urbano”, señala Estela Oropesa, vocal de la Asociación Familiar Alonso Ojeda (AFAO) de Barajas y miembro de Pijamas en Acción. Muchas han sido las manifestaciones y protestas que estos vecinos han realizado en las inmediaciones del aeropuerto, pero desgraciadamente sin éxito. El pasado 3 de julio la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos (FRAVM) informó de que en los próximos días pedirá el cierre nocturno del aeropuerto de Barajas: “Nuestras alegaciones van en tres direcciones: pedimos el cierre del aeropuerto desde las 23.00 horas hasta las 7.00, la creación de una Comisión en la que los ciudadanos afectados tengamos voz y voto, y que se estableza un control y unas mediciones sobre la contaminación atmosférica que genera este aeropuerto”, explica Andrés Martínez, responsable del área de Medio Ambiente de la FRAVM.
La excepción a la regla
“Barajas es el único aeropuerto de importancia en Europa que no tiene limitaciones nocturnas de operaciones. Creemos que es necesario que el aeropuerto no funcione durante estas horas, salvo para los vuelos de carácter humanitario y de urgencia sanitaria”, continúa explicando Martínez. Situación que ya se viene aplicando desde hace años en los aeropuertos de Heathrow (Londres), Frankfurt, Dusseldorf, Ber-lín, Munich, Orly (París), Zurich y Ginebra.
Una auténtica utopía
“El posible cierre nocturno de Barajas me parece una auténtica utopía que ojalá se haga realidad”, afirma Estela Oropesa. “Barajas se ha convertido en un aeropuerto urbano que está rodeado de viviendas que se encuentran a tan sólo 125 metros de distancia”, continúa explicando. Oropesa afirma que llevan denunciando la situación desde 1992, y desde entonces hasta ahora se ha producido un incremento de tráfico aéreo. “La Declaración de Impacto Ambiental del año 2001 decía que en las inmediaciones del aeropuerto se superaban los 80 decibelios, cuando según la Organización Mundial de la Salud sobrepasar los 65 decibelios sería perjudicial para la salud”.
Entre los problemas de los que se quejan los vecinos está la utilización de aviones viejos y obsoletos que hacen mucho más ruido que los modernos; el combustible que se utiliza para los aviones, el queroseno, cuyo olor llega a los vecinos y produce molestias en la garganta, dolor de ojos y asma; los problemas con el Dique Sur, donde se encuentran los aviones que realizan vuelos transatlánticos, y hay muchos movimientos por la noche debidos al cambio horario; y, por último, la plataforma de aeronaves, un aparacamiento de aviones al aire libre que está a escasos metros de las viviendas. Aunque, según asegura Oropesa, “gran parte de la culpa la tiene el Ayuntamiento que ha concedido licencias de vivienda sabiendo que estas iban a estar afectadas por las trayectorias aéreas”. La FRAVM presentará sus propuestas antes de que finalice este mes.
