Las protestas e intentos de que la Vía Verde de la Gasolina se convierta precisamente en eso, no cesan para los vecinos de la Alameda de Osuna y Barajas en general. Y es que, según asegura la asociación vecinal AFAO, “ni están los 2.415 árboles prometidos, ni la jardinería acabada, ni funcionan los sistemas de seguridad, ni se ha buscado una solución digna para los 76 vecinos en proceso de expropiación de la calle Joaquín Ibarra. Tampoco se está pensando cómo resolver el grave problema que presenta el cuello de botella creado como consecuencia de la construcción del SPA, junto al Colegio Alameda de Osuna”. Todo ello, después de varios años de lucha y reivindicaciones constantes que tuvieron sus comienzos allá por los años 90 después de que este antiguo trazado ferroviario, por el que RENFE suministraba carburante al aeropuerto de Barajas, dejara de utilizarse en los años 70.
Promesas incumplidas
A finales de abril una nueva manifestación, que contó con la presencia de más de 300 personas, recorrió la Vía Verde. “Los árboles plantados no llegan a 500, cuando el Ayuntamiento de Madrid se había comprometido a plantar 2.415 árboles” -lamenta Julián Moreno, presidente de la asociación AFAO-. Además, asegura que “faltaría poblar de arbustos los taludes de la entrada al túnel de la A-2 para sujetar el terreno y realizar el 100% de los trabajos de jardinería al final de la rotonda de la calle Riaño”. La señalización del carril bici “es escasa e insuficiente, incluso ya ha provocado algún accidente”, asegura Moreno. Tema que ya se trató en el Pleno del mes de febrero, y donde el PP aseguró que la vía ciclista está perfectamente señalizada con un color granate que la distingue de la peatonal. Por otro lado, AFAO denuncia que “a estas alturas, no tenemos una información clara sobre la justa solución que el Ayuntamiento debe dar a la expropiación de los 76 vecinos propietarios de las plazas de aparcamiento en superficie de la calle Joaquín Ibarra. Y todo, porque el Consistorio no tiene dinero para financiarla, pero eso no debe servir de excusa para acondicionar el resto de la Vía como lo que es, una zona verde para el uso y disfrute de ciclistas y peatones”.
Con todo esto, los vecinos quieren dejar claro que “lo que desean es tener un lugar de esparcimiento cómodo, que vertebre el barrio, sirva de punto de unión y donde el color que predomine no sea el negro del asfalto, sino el verde de los árboles”.
