Empecé hace 10 años a tomar media pastilla de Orfidal pues dormía mal, pero llevo unos meses que tengo que tomarme 2 si quiero conciliar el sueño. Llamé ayer al centro de salud para pedir hora porque se me habían acabado y no he podido pegar ojo. Ahora comprendo que los ‘diazepanes’ y también los barbitúricos son una droga que engancha. Mucha gente sufre esta dependencia y les cuesta un dineral Por eso, sería interesante también que la Seguridad Social contara con médicos especializados en solucionar curas de sueño -al estilo de los psicólogos- que no receten pastillas, que utilizasen otros métodos más naturales y menos nocivos.
Una vez soltada mi perorata, espero no haber disgustado a nadie, sino haber ayudado y aclarado algo a los lectores de este periódico sobre una adicción tan peligrosa como el resto: la de las pastillas para dormir.