Lo que antes Garzón veía mal, ahora al parecer lo ve bien. Lo que antes merecía su condena ahora goza de su bendición, y lo que antes era de suyo malvado y canallesco ahora resulta edificante, positivo y conveniente. Ante tanta contradicción uno se pregunta por donde anda la congruencia jurídica, sociológica y ética de tal magistrado que donde dijo digo dice Diego, y donde dijo Eta No ahora resulta que va a ser ETA Sí. Con jueces así no nos extraña que la Justicia sea una de las instituciones peor valoradas por la sociedad española y que con jueces tipo Garzón los únicos contentos sean los etarras y su siniestro mundo de perversidades. Sólo se puede añadir que si Garzón y sus "juicios" nunca han despertado indescriptibles entusiasmos en la mayoría de las gentes de bien, lo de ahora cuestiona incluso la respetabilidad de semejante togado y colma con creces el vaso de la paciencia colectiva. Eso sí, con la excepción de Batasuna y su mundo de criminales, que verán con gozo el "renacer" de sus peores esperanzas.