Preceptua la Constitución que cuando una determinada materia afecta a derechos fundamentales, como es el caso de Sitel, ésta tiene que ser regulada por Ley Orgánica. Sin embargo, parece que Rubalcaba no está muy de acuerdo con ello y quiere imponernos su sacrosanta voluntad. No se entiende que un ministro no intente proteger a toda costa los derechos fundamentales de los ciudadanos; ni que amenace a un diputado con un “veo todo lo que haces y escucho todo lo que dices”. Pero en fin, quizás tengamos, como siempre sucede con este Gobierno, que mostrar resignación mientras vemos que al paso de socialistas se pisan los derechos de las personas. También es verdad que poco se puede esperar de un ministro que fue el cabecilla de los GAL. No podemos presentarnos con tales credenciales a la presidencia europea, pues corremos el peligro de hacer un gran ridículo (como con el Alakrana), peso a que esto contradiga la verbum Rubalcabi.
