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La manifestación

Como era de esperar los sindicatos han montado su número en Madrid con la asistencia de unos dirigentes sindicales,  tan risueños como artificiales y costosos y con la concurrencia de varios miles de ‘liberados’ tan o mas artificiales y onerosos todavía que sus representantes. Y para que el ‘númerito’ fuera aun más artificial, no han faltado banderas republicanas ni pancartas alusivas a un entresijo de hueras falsedades dispuestas a cuestionar todo menos la jugosa naturaleza de sus ingresos procedentes del Erario público. Ante semejante espectáculo uno no puede sustraerse a la necesidad de formular las siguientes consideraciones sobre la financiación de tan inútiles sindicatos. ¿Por qué no se establece, en la declaración de la renta, una nueva cruz para el sostenimiento de tales organizaciones y propiciar, de esta forma, que el Estado destine a fines verdaderamente útiles y productivos los miles de millones de euros que es  lo que nos cuestan a los españoles las prebendas sindicales? ¿Por qué hay tantos liberados cuya función consiste en cobrar por no hacer nada? ¿Por qué este mal llamado sindicalismo es más vertical que el que había en los tiempos de Franco que creíamos felizmente superados?  Y sobre todo ¿Por qué estos sindicatos dejan en la más supina indefensión a los trabajadores que dicen defender? Si estos son nuestros sindicatos y esta la realidad de sus quehaceres,  mejor nos iría quedarnos huérfanos de semejantes tutelas.
 

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