La última ocurrencia de los sindicatos que padecemos ha sido montarse una manifestación en Madrid, desde Neptuno hasta la Puerta del Sol, con una participación de 30.000 asistentes, según los organizadores, y escasamente 10.000, según un cálculo generoso. Y el lema ha sido ‘En defensa del empleo’ y ‘contra el abuso empresarial’. Tras la pancarta principal, Cándido Méndez e Ignacio Fernández, de UGT y CCOO respectivamente, como sumos representantes de la pintoresca movida han tirado de pancarta para engañar a cuantos pudieran cruzarse en su descaminado camino. Y lo más ‘pintoresco’ de todo es que el itinerario alcanzaba su ‘apoteosis’ ante la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid y no ante la sede del Gobierno de España, que como todo el mundo sabe, menos los sindicatos, es donde se cuecen los menús para servir en bandeja: el paro, el desgobierno y toda suerte de ineficacias, mentiras y corruptelas. Quizás la razón de todo ello haya que buscarla en que la mayoría de los sindicatos no desean molestar a quienes pagan su artificial sindicalismo con dadivas generosas y miran, de forma cómplice, hacia otro lado y no hacia los graves problemas que estamos padeciendo en España.