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Noelia, un nombre anónimo

Es el nombre de una profesional de un hospital público de la ciudad de Madrid. Trabaja en un servicio de gran complejidad, en el que todos los pacientes estamos en una situación límite. Ella no es la única. Hay muchos ejemplos anónimos de excelentes profesionales de la sanidad pública. Su profesionalidad y su rigor no es incompatible con su forma de tratarnos, a cada uno según nuestra situación. Recuerdo su abrazo tierno en torno a los hombros de una paciente mayor que tenía recibir un tratamiento doloroso. Su nombre es el de muchísimos sanitarios que más allá de los recortes y de la incertidumbre por el futuro de sus compañeros interinos, sigue estando al pie del cañón. Llegue la hora de salir o no. Este ejemplo me sirve para contemplar un escenario mayor, el de nuestro país. Noelia tiene que arreglar los desajustes de un cuerpo humano, lo mismo que necesita España pero sin llegar al dolor o a la fractura social. Para corregir los desequilibrios arbitrarios provocados por el miedo a invertir y la falta de confianza, se necesita un buen profesional, que tenga la visión de estado y que transmita sus opciones políticas de forma clara y comprometida. Que nos explique por qué nos tiene que hacer daño, para aceptarlo y salir del apuro más seguros y con confianza en la vida y en nuestro futuro.
 

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