Queridísimos Carlos Alonso y Diego Armado: Sólo unas letras desde "acá abajo" para desearos la máxima felicidad que os merecéis "allá arriba".
Sois un ejemplo vivo del buen inmigrnate: personas que habéis saltado fronteras para venir a España a luchar por un futuro mejor, pensando en vosotros y en las familias que dejasteis "al otro lado del charco", con amor a vuestras raíces y con no menos amor y respeto a vuestro país de adopción. Se nos llena el alma de duelo por vosotros y vuestros familiares al ver el final injusto, inadmisible y absurdo que habéis tenido, en aras de la más cruel de las intolerancias del hombre hacia sus semejantes, aquella que no respeta ni lo más sagrado de la existencia: la propia vida del ser humano.
Aunque sólo sea por la supervivencia de la sociedad, confío en que verdaderos mártires como vosotros seáis los últimos en aportar vuestras vidas para conseguir esa maravillosa "utopía" que constituye la consecución de una única humanidad sin fronteras, donde todas las razas y las ideas tengan su lugar, como piezas igual de valiosas.
Os envío mi inmenso cariño al principio de este nuevo año que hemos comenzado teñidos de luto por el dolor de vuestra irreparable pérdida y, ¡por favor!, ayudarnos desde las estrellas para que jamás volvamos a sufrir hechos tan luctuosos en nuestro sufrido mundo.
