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El ‘efecto Triball’ se convierte en la esperanza de los vecinos para la recuperación de Ballesta

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Esta es la historia de un barrio que lucha por resurgir, por dejar atrás la degradación, la delincuencia, las drogas y la prostitución. Un barrio histórico que quiere convertirse en uno de los referentes comerciales de la ciudad y en un ejemplo de convivencia social. Esta es la historia de Triball (Triángulo Ballesta), el proyecto de rehabilitación de la zona comprendida entre Gran Vía, Fuencarral y Corredera Baja de San Pablo, que está siendo capitaneado por un grupo de empresarios del barrio con una clara estrategia: comprar locales de alterne para alquilarlos a actividades “más recomendables” y a menor precio que en las zonas colindantes. Cuentan ya con un centenar de espacios y con el apoyo de varias entidades vecinales y una asociación de comerciantes, AC.triBall, dispuestos a devolver el protagonismo del barrio a quienes nunca debieron perderlo. Pero sobre todo, les mueve una enorme ilusión que ya han traducido en actividades y eventos como la I Milla Triball, el mercadillo navideño o la publicación de la Guía de buenas prácticas medio-ambientales.

La mayoría de los vecinos se muestran encantados con el cambio que está experimentando su barrio. Los  primeros logros de Triball ya son visibles y el número de prostitutas en las calles y los trapicheos habituales empiezan a descender. Y es que están siendo amenazados no sólo por los comerciantes, sino también por las cámaras de videovigilancia que el Ayuntamiento ha instalado en las inmediaciones, así como por futuros proyectos como la peatonalización de las calles Mesonero Romanos, Nao y Loreto Chicote. Las asociaciones vecinales del barrio, Foro Cívico Gran Vía y la Plataforma Vecinal Corredera de San Pablo, coinciden en valorar la llegada de Triball como “extremadamente positiva”. No sólo porque están inaugurándose nuevos locales, sino porque han conseguido también “revitalizar el comercio tradicional del barrio. De hecho, ha crecido de forma considerable el número de personas que pasean por la zona interesados en su oferta comercial”.

Sin embargo, también se escuchan voces contrarias al desembarco de Triball en la zona. Hetaria, la asociación que lucha por los derechos de las prostitutas, ha denunciado la discriminación ejercida por Triball al impedir que determinadas personas pongan en marcha sus negocios en el barrio. La propia sede de Hetaria ha sucumbido a este empuje y la asociación está encontrando “serias dificultades” para conseguir un nuevo local. Por otro lado, muchos afectados desconfían de que una iniciativa privada, asociada a un grupo inmobiliario, encabece un proyecto que, sin duda, revalorizará económicamente la zona.                       

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