José Ángel, Víctor Hugo, Noelia Katiuska, Jorge Adrián, Alejandra, Ángel, Daniela, Nerea, Daniel y Germán. Estos diez estudiantes forman desde este curso parte de la “familia” de Colegio San Ildefonso, la residencia internado de titularidad municipal que es toda una institución entre la comunidad educativa madrileña. Hoy, coincidiendo con la celebración de esta festividad, Marta Higueras, delegada de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, les ha impuesto las becas de residentes, una tradición que simboliza la bienvenida a un centro que es mucho más que un colegio. Es también un espacio de convivencia donde los menores, procedentes todos de familias con dificultades socioeconómicas, hallan un ambiente de seguridad, respeto y tolerancia donde realizar su formación. La residencia internado cuenta actualmente con 60 alumnos, entre niños y niñas, de entre 6 y 14 años, escolarizados de primero de Primaria hasta segundo de ESO.
Con la imposición de becas, se ha cumplido una tradición que se remonta al siglo XVII y que, tras siglos de estar en suspenso, se retomó hace ahora cincuenta años, en 1966. Higueras también ha impuesto las Becas de Honor a personas e instituciones que se han distinguido en su trayectoria por su apoyo e implicación con la residencia. Por primera vez este año, se han concedido dos becas de honor a trabajadores que, con sus más de veinte años de trabajo en la residencia, forman parte de la vida cotidiana de los alumnos. Se trata de la encargada de la lavandería y costurera, Aurelia Frías, y de una de las auxiliares administrativas, María Jesús Martínez Sánchez. Esperato Fernández, director del centro, ha impuesto a su vez una de las becas de Honor a la delegada.
