Tras un breve periodo de inactividad en la capital, los aluniceros han acabado con la disimulada tranquilidad de los comercios de lujo. La semana pasada, un grupo de encapuchados -mínimo dos individuos- despertó a los vecinos de la calle Espronceda. Fue concretamente en el número 38, dónde se ubica un establecimiento de venta y reparación de vehículos de la marca Mercedes Benz. Uno de los vecinos pudo ver como dos hombres empotraban, desde el exterior, un coche de la marca Audi contra la puerta metálica del taller, provocándole una enorme bolladura en el centro. La puerta se quedó unos palmos sobre el suelo, dejando a la vista de los cacos el hueco necesario para colarse en el local. Al menos uno de ellos se quedó en el exterior vigilante, mientras los demás inspeccionaban el interior. Arrancaron tres coches de los siete que estaban en el local, todos de la misma marca, y con uno de ellos -biplaza- y en dirección marcha atrás intentaron concluir el robo. Pero su gozo se quedó en el pozo, ya que la puerta cayó sobre el coche destrozándolo y abortando la operación de robo. Fue así cómo los cacos optaron por salir corriendo antes de poder ser atrapados por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que fueron alertados por los vecinos.
24 horas en jaque
No habían pasado ni 24 horas cuándo un fuerte estruendo ya había vuelto a perturbar el sueño de los vecinos de esta misma calle. Esta vez, sólo a un par de manzanas desde dónde horas antes se había producido el intento de robo en un taller. El comercio afectado era, en esta ocasión, una óptica.
Según los testigos, eran las 4:00 de la mañana cuándo tres hombres en tan sólo minuto y medio saquearon la caja registradora y sustrajeron numerosas gafas de marca. Con la luna destrozada y considerables daños materiales, los cacos dejaron atrás el lugar del robo escapando por la por la calle Modesto Lafuente.
