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Las pruebas ponen contra las cuerdas al descuartizador de Majadahonda

El descuartizador de Majadahonda ya está cercado por las pruebas recogidas por la Guardia Civil. Los agentes sospechan que Bruno, el casero de Majadahonda detenido, mató a su inquilina, la descuartizó utilizando una picadora y tiró sus restos a la basura. Y así lo van reflejando las pruebas que se obtienen, como la confirmación de que la sangre hallada en la trituradora pertenece a la mujer argentina desaparecida. Adriana Giogiosa de 55 años, trabajaba en un local de comida rápida hasta principios de este mes, cuando dejó de acudir a su puesto. También dejó de enviar mensajes a su hermano en Argentina, motivo por el que éste denunció su desaparición el 6 de abril y se vino a España a buscarla.

Posiblemente no imaginó entonces lo que, para los investigadores, es lo más probable que haya ocurrido, aunque siempre sin descartar otras hipótesis: discutió con su casero tras volver de un viaje, por motivos que se ignoran, y acabó asesinada en la vivienda de Majadahonda en la que residía. Bruno presuntamente intentó deshacerse del cadáver descuartizándolo y para ello utilizó una trituradora de carne casera que había en la vivienda, entre otros instrumentos.
Luego, según el relato de algún vecino, pudo haber sacado los restos de la casa en bolsas grandes y oscuras y los tiró no se sabe dónde, se supone que con la idea de que si no hay cadáver no tiene por qué haber crimen y mucho menos condena para el asesino. Por eso se está peinando el vertedero de Pinto, que recibe la basura procedente de otros municipios, entre ellos el de Majadahonda. También limpió la casa con lejía o algún producto similar e incluso pintó una parte de la vivienda… Sin contar probablemente con que los agentes de investigación criminalística iban a encontrar restos biológicos tanto en la trituradora como en las paredes, y que iban a extraer el ADN suficiente para demostrar que son de la desaparecida.
Si fue él, no debió de valorar que no era conveniente llevarse de la casa de su inquilina tanto su móvil, como su ordenador como las llaves de su coche, que fue encontrado aparcado cerca del domicilio del detenido, en Móstoles. Porque además los agentes encontraron todos esos objetos, y eso refuerza sus sospechas. Estas fueron alentadas desde el inicio por los vecinos del edifico en el que vivía Bruno con su padre. Han relatado que era un hombre muy extraño que, entre otras cosas, gritaba por la ventana "!Lucifer!"
También por los vecinos del inmueble que ocupaba la desaparecida, que indicaron que podría haber asesinado también a otros inquilinos anteriores e incluso a su tía, que es la propietaria de la vivienda que Bruno alquilaba. No obstante casi todo hay que investigarlo, y las pesquisas han revelado que cuatro de los seis inquilinos e inquilinas que podrían haber desaparecido ya han sido localizados en sus respectivos paraderos actuales. A otros dos se les sigue buscando, al igual que a la tía del detenido, de la que no se sabe nada desde hace varios años.
El imputado no colabora con los agentes, a los que no ha confesado nada ni dado ninguna pista. Es más, en el registro practicado el lunes pasado trató de entorpecer la recogida de muestras, según fuentes de la investigación.

 

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