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De aquellos ‘Gürteles’ estas ‘Púnicas’

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Cuando en el año 2010 llegó a las redacciones el sumario del caso Gürtel, hasta aquel entonces el caso de corrupción política más importante de la región, pocos advertimos la importancia de una de las cientos de convesaciones que contenía.

La charla se situaba en 2005. Uno de los exediles de Majadahonda (J.M.) que destaparon la trama hablaba tranquilamente con un constructor (R.C.) sobre las relaciones entre David Marjaliza, el empresario de Valdemoro detenido en la operación Púnica, y Francisco Granados, supuesto líder de la misma:
 
R. C.: Hablé con David Marjaliza.
J. M.: ¿David Marjaliza?. No sé quién es.
R. C.: El tapado de Granados.
J. M.: No sé quién es, no lo conozco.
R. C.: Mejor que no lo conozcas.
R. C.: (…) Paco (Granados)  se ha metido en camisas de once varas y se ha metido con gente que no debería meterse, hay una empresa por ahí… se ha metido en obras públicas…
J. M.: Estaba claro que cuando le quitaron la Consejería de la Infraestructura es por todo el tema de que ahí querían manejar el cotarro.
 
Reveladoras y sorprendentes palabras si es que a estas alturas de la película algo de este mundillo puede sorprendernos. Por supuesto, en su momento los implicados negaron cualquier chanchullo y cada uno siguió su camino. De aquellos polvos, estos locos. Y de aquellos Gürteles, estas Púnicas.
 
Porque el Gürtel no es más que la hoja de ruta de la Púnica. En el primero, un grupo de personas conformaron un fraudulento holding de empresas, dirigido supuestamente por el empresario Francisco Correa, dedicado a la consecución de adjudicaciones de contratos y beneficios urbanísticos gracias al trato de favor hacia ellas de ayuntamientos madrileños pero también de otros lugares (Valencia, Galicia, Castilla y León). Para ello, se valían de sobornos, regalos y otras dávidas.
 
La trama, que también utilizaba como arma el troceamiento de contratos para evitar los concursos públicos, afectó, entre otros como Bárcenas, a los exalcaldes de Majadahonda, Pozuelo, Boadilla y al entonces consejero de Deportes, Alberto López Viejo, el llamado ‘muñidor’.
 
En Púnica, una vez pinchada la burbuja inmobiliaria se sustituyó, presuntamente, el ladrillo por la adjudicación de otros servicios públicos a cambio de pagos y comisiones ilegales –-del 2 al 3% del volumen del contrato–- que posteriormente eran blanqueados a través de un entramado societario. Están imputados, entre otros, los exregidores de Parla, Valdemoro, Villalba, Serranillos y Torrejón de Velasco.  Al igual que Gürtel, hay una exconsejero madrileño arrestado y un empresario ‘conseguidor’, así como ramificaciones en otras zonas de España (León y Murcia). Y en ambas, cacerías y juergas con prostitutas donde se organizaban las corruptelas, cuentas de Suiza donde se almancenaban las comisiones, yates y muchas, muchas casas, según las profusas informaciones periodísticas.
 
Todo muy previsible y muy similar como para que los distintos Gobiernos no acaben de una vez con todas con un sistema de concesión de contratos públicos débil y fácil de pervertir. 

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