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El crimen de la chica danesa

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El caso de Anne Strande, la joven danesa de 27 años asesinada en un apartamento de la calle Barcelona de Madrid hace dos años no es un crimen más de la larga lista de homicidios de una gran ciudad. Tiene elementos que lo convierten en especial. Y no sólo porque fue, según las pesquisas policiales, fue obra de un depravado sexual, sino porque podría haber frustrado la carrera de potencial asesino en serie. Ahora, la noticia es que ha acabado la instrucción judicial y el juicio oral se espera en otoño.
 

Pero recordemos antes unos hechos que causaron revuelo en Dinamarca. Anne llegó a España el 1 de junio de 2014 con un importante contrato de trabajo pero temporal, por lo que optó por hospedarse en un piso turístico. Sobre las 6.30 horas del viernes 13 se declaró un fuego en su departamento. Tras las llamas yacía en la cama una mujer casi carbonizada. Lo que en principio parecía un desgraciado incendio luego se tornó en asesinato. La autopsia determinó que murió estrangulada. El Grupo V de Homicidios de la Policía Nacional se puso inmediatamente a trabajar y pronto apuntó a que responsable debía conocer a la víctima porque no se hallaron señales de forzamiento en las cerraduras ni en los marcos. Y es que el sospechoso tenía las llaves: era, presuntamente, el empleado que registró su entrada en el apartamento Con todas esas pruebas fue detenido Dave Verbist, un ciudadano belga de 35 años, que confesó el crimen. Luego pasó a disposición judicial y desde entonces está en la cárcel. Pero en estos casos el trabajo de la Policía no se queda sólo en resolver un asesinato.

Comprueba los antecedentes del arrestado para averiguar si podrían casar con otros hechos delictivos no esclarecidos. Todo apunta a que el belga fue el que provocó el incendio del piso de Madrid para borrar el rastro genético de una más que posible agresión sexual previa al asesinato. Además, tenía varios antecedentes por abusos sexuales tanto en España como en Bélgica. Los agentes empezaron entonces a averiguar dónde había vivido el sospechoso antes que en Madrid. Y bingo. Tras un intenso interrogatorio, Dave acabó confesando que también había participado en su muerte cuando vivía en Gerona de la desaparecida Monste Méndez. Dijo que la asfixió de forma accidental mientras mantenían sexo y luego la descuartizó. Pero la Fiscalía le acusa de un delito de homicidio, porque, al igual que en el caso de Anne, había marcas de ahogamiento por cable. Finalmente, el detenido condujo a los Mossos d’Esquadra a unos descampados, donde había restos de la víctima. 
 

¿Podría Dave haberse convertido en un asesino en serie si no le hubieran atrapado? ¿podría tener más crímenes a su espalda que no hubiese revelado? En Criminología resultaría extraño que un individuo con las connotaciones sexuales como éste asesine en sus primeros delitos. Antes suele dejar un rastro en violaciones y agresiones sexuales que la Policía sigue investigando. Esperemos que este trabajo dé sus frutos.

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