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Las otras llaves de Anne

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Muchas veces una investigación como la del secuestrador de niñas en Ciudad Lineal, que ha llenado páginas de periódico y programas de televisión sin que a día tengamos claro ni el perfil ni el retrato robot de ese pederasta, tapa otros sucesos importantes. Casos que a priori parecen del montón que después se convierten en criminológicamente fascinantes.

Así ha ocurrido con el crimen de la calle Barcelona, más seguido en Dinamarca que en España, que ha pasado de ser catalogado como un incendio a dejar tras de sí el descubrimiento de un potencial asesino en serie pululando por las calles de Madrid. Los padres de la víctima, Anne Strande, una guapa danesa de 27 años, siguen lamentando el infortunio de su hija. Había llegado desde Copenhague a Madrid el 1 de junio para trabajar en el departamento del márketing de una empresa internacional. Pero tuvo la mala suerte de alquilar un apartamento turístico para pasar los primeros días a una persona que finalmente se revelaría como su asesino. Se trata de Dave Verbist, un ciudadano belga de 33 años que llevaba unos meses trabajando en la empresa de alojamientos.

El pasado 12 de junio Anne llegó al apartamento a medianoche, después de tomar unas cañas con unos amigos. Incluso habló con su novio por Internet antes de acostarse. Dave, que conocía sus movimientos, entró de madrugada en su habitación e intentó violarla. La joven se defendió ferozmente pero el oscuro atacante utilizó el cable del teléfono para ahogar su voz y asfixiarla. Luego, para borrar huellas, incendió la habitación y se marchó.
 
El muchacho atento que había conseguido en tiempo récord a Anne una estancia en pleno centro de la capital y que le había dado su teléfono para cualquier problema, era en realidad un depredador sexual que ya había fichado a su próxima víctima. Y, de noche, como hizo Norman Bates en su hotel de ‘Psicosis’, utilizó la copia de las llaves para entrar a la habitación y asesinar a su huésped.
 
De hecho, fue la tenencia de las otras llaves y ese desaforado instinto sexual el que ha llevado a la Policía a dar con el belga. Un mes antes ya había sido detenido por amenazar a una mujer con violarla. La sorpresa fue mayúscula cuando en comisaría no sólo reconoció el asesinato de Anne, sino también el de Montserrat Méndez, una mujer gerundense que se hallaba desaparecida desde octubre. Al parecer, aprovechó su trabajo de camarero para conocerla y luego matarla, descuartizando supuestamente el cadáver en varios trozos, que tiró a la basura.
 
Ahora son los Mossos d’Esquadra los que, con ayuda de la Policía Nacional, investigan el caso. No descartan que pueda ser el responsable de otros abusos y agresiones sexuales en Madrid, Cataluña o Canarias, lugares por donde pasó antes de huir de Bélgica, donde estaba siendo investigado por sus antecedentes de abusos sexuales. Y es que, como aprendimos en el Motel Bates, un asesino de estas características no comete su primer crimen matando.

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