Hubo una época, que ahora se manifiesta muy lejana, pero que en realidad no lo es tanto, en el que Pedro Ruiz (Barcelona,1947) despuntaba en la televisión como en estos tiempos lo hace Bertín Osborne. Este artista inclasificable, llegaba a los hogares españoles y se instalaba en el imaginario colectivo de la gente como si de un familiar con derecho a pernoctar se tratase. Un buen día, como es posible que le pase al conductor de ‘En tu casa o en la mía’, desapareció del encuadre y dejó de verse tras la pequeña pantalla. “El teatro se ha convertido ahora en el medio que utiliza para que me tengan en cuenta”, confiesa. Su nuevo espectáculo, que se puede ver en el Teatro Apolo, del 9 al 30 de enero, se llama ‘Eterno’. Los que lo han contemplado aseguran que no deja títere con cabeza y que nunca repite la misma función. Quizás eso explique muchas cosas…
Vuelve a la palestra con ‘Eterno’. ¿Qué intenta transmitir con su nuevo espectáculo?
Fundamentalmente que no me entierren, que no me den por muerto este contubernio de torpes que nos ha invadido.
¿A qué se refiere?
Esto no ha sido una democracia porque el sistema no tolera voces libres. No me considero un personaje polémico ni nada por el estilo. Cuando me preguntan, simplemente doy mi opinión. El problema es que nadie tolera una voz en contra de ellos. Soy de los que piensan que Francisco Franco no murió, que simplemente estalló en mil pedazos que ha desembocado en los chiringuitos que ahora mismo hay montados. Por eso, las televisiones públicas son el NODO de nuestro tiempo.
En ‘Eterno’ quiere dejar claro que no nos encontramos ante un monólogo…
No, para nada. ‘Eterno’ no es un monólogo. Es todo un espectáculo de dos horas de duración, en el Nuevo Apolo, donde hay de todo: mimo, esperpento, música en directo. No soy un monologuista, soy un artista.
Le da oportunidad al público de burlarse de las cosas, algo que en España se nos da bastante bien siempre que la mofa no sea hacia nosotros mismos…
‘Eterno’ es un show que nos pone en ridículo a todos, a mí el primero. Considero que el ser humano es torpe por naturaleza, vivimos en una civilización antropocéntrica, sin sentido alguno de la relatividad. A mí me parece trágico todo esto, no hay fineza. España vive tiempos muy enconados, deberían cogernos a todos y llevarnos a Somalia para comprobar cómo es la realidad. Parece que no hemos aprendido nada.
¿A qué o a quién lo achaca?
Es obra de todos. Políticos, sistema, educación…contemplo la realidad con resignación y tristeza. España es un país cainita sectario, tenemos la cabeza muy cerca de los testículos. Creo que la terrible Guerra Civil no terminará hasta que haya ministros de izquierda y de derecha gobernando juntos. Pero la obstinación y la obcecación nos preside, algo que pasa en muy pocos países del mundo. No podemos seguir así.
Hace referencia en ‘Eterno’ al hecho de que el ser humano tropieza siempre con la misma piedra.
Así es. Vivimos en el día de la marmota. Además, nos pasa eso en todos los ámbitos de la vida: en el amor, en la política, en la amistad, en la economía…No tenemos tiempo para la sabiduría, así que no vivimos nuestra vida sino la de los demás. La naturaleza humana se repite continuamente. El sistema es más fuerte que la pieza de la noria.
En su nuevo espectáculo ¿qué busca, provocar o apaciguar ánimos?
Principalmente busco serenar, tranquilizar conciencias, dejar que la gente salga de la obra con buen rollo. En el cómputo general ‘Eterno’ tiene un 80% de diversión y un 20% lo dejo para cierta reflexión. Es un espectáculo que purifica, donde no se salva nadie. Lo comparo con una falla, con un ninot donde todo sale ardiendo. En líneas generales, el espectador sale reconfortado y con una sonrisa cómplice.
¿Cómo contempla la situación cultural en Cataluña teniendo en cuenta que un colega suyo como Albert Boadella ha sufrido una muerte civil teniendo que instalarse en Madrid para subsistir?
Lo de mi amigo Albert Boadella es lamentable pero para muerte civil, la mía. Boadella tiene por lo menos la dirección de los teatros del Canal, yo ni eso. He estado impedido durante mucho tiempo y, curiosamente, en democracia mucho más que en la dictadura. Con Franco me llevé doce años sin trabajar en las televisiones públicas mientras que en democracia me tiré 21 años, así que calcula. La situación catalana la veo con hartazgo, tristeza y mucha preocupación. Me han robado mi infancia. Considero que ha habido mucha torpeza desde Madrid y demasiada manipulación en Cataluña. Me considero un apátrida. En Cataluña votaron dos millones de personas en urnas de cartón y se ha sido insensible en la capital, no se ha escuchado un sentimiento. Y luego está lo de Pujol, una vergüenza que se sabía desde hace tiempo y nadie decía nada. Yo nací a 150 metros de su casa.
¿Cuánto tiempo lleva sin salir en una televisión con programa propio?
Un tiempo infinito, tanto en la televisión pública como en la privada, desde que Fe
lipe González pidió mi cabeza en Antena 3. Ya ha llovido, sí. Hace 12 años que acabé ‘La noche abierta’, que era un espacio de concordia. Un 29 de enero dejé Televisión Española. Llevo sin trabajar en la pública dos legislaturas con Zapatero y una con Rajoy. Y todo porque yo voy por libre, porque soy independiente y no pertenezco a ninguna pandi.
¿Cómo vio el resultado de las pasadas elecciones generales?
Los grandes partidos debieron quedarse en 20 ó 30 escaños.
¿Cómo cree que se resolverá el sudoku político que se nos ha presentado?
Ni idea. La izquierda es sectaria y la derecha, gilipollas. Si yo fuera Pedro Sánchez me pensaría mucho eso de no pactar con el Partido Popular.
