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Continúa el enciero de tres monjas en el Colegio Santa María de la Asunción

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Desde el día 1 de septiembre tres hermanas del colegio S.M. de la Asunción viven en la más absoluta precariedad. Hasta entonces convivían en la tercera planta del mismo centro en el que impartían clase. Hoy, desplazadas a una caseta ruinosa y destartalada, en la parte oeste del colegio, sin luz, sin agua y sin víveres se muestran resistentes y sobrellevan los días a expensas de la buena voluntad vecinal; y lo seguirán haciendo hasta que la justicia les dé o les quite la razón. 

Una nueva cúpula directiva “ilegal”
El primer día de septiembre y sin previo aviso, la actual Dirección, se presenció en las instalaciones a fuerza de cerrojazos y candados hasta hacerse con el control del centro, expulsando de sus habitaciones a las hermanas. Éstas, sin más armas que la dialéctica y una ristra de abogados combaten hoy, las supuestas injurias a las que se ven sometidas y que han constituido parte de los motivos del cese: mala influencia sobre los alumnos, demasiada rigidez en las clases y hasta un posible desfalco en las arcas de la Asociación Lumen Dei -a la que pertenecen- de más de tres millones de euros invertidos en suntuosas viviendas. Injurias que toman cuerpo y que dejan huella, al menos así lo relata una de las hermanas que nos hace partícipes de esta historia. 

Un trasfondo turbio 
Según una de las hermanas, la Asociación Lumen Dei la componen un total de 670 socios, de los cuales cinco chocaban con los valores del resto. “Estos cinco -entre ellos uno de los administradores, responsable de numerosas disonancias contables e influencias en las altas esferas del poder eclesiástico- sumados a otros ex miembros han injuriado el nombre de quienes hoy nos vemos en tan complicada tesitura, exigiendo a Roma un Comisario Pontificio que se encargara de ejecutar la notificación que nos sustituía por la actual Directiva, olvidándose por completo de los más de cinco años que llevamos levantando este colegio”, asegura la hermana, quién alega que estas medidas no son las pertinentes al tratarse, la Asociación Lumen Dei,  de una institución privada. 

Por otro lado, la hermana Juana García -encerrada también en el colegio-, anda inmersa en el ir y venir de un despacho a otro para responder a todo el trámite burocrático que conlleva defender, en los tribunales,  el regreso a la “normalidad”.

Las consecuencias
De los 400 alumnos matriculados, sólo 80 asisten a las clases, la mayoría de formación profesional. Los padres exigen una solución y que la nueva directora -al parecer, hermana del actual administrador- sea presentada ya, para volver a la normalidad cuanto antes. Por otro lado, los profesores -los que no han dimitido- y los alumnos, que tienen que esperar a que un improvisado guardia de seguridad les permita el acceso o la salida, confían en poder regresar pronto a su rutina diaria.  

Una versión que no llega
Es la de la otra parte de la historia. Y es que, tras innumerables intentos por conocer la opinión de la actual junta directiva, nos quedamos sin saber  qué se urde tras esas paredes en las que sus alumnos estudian y se forman entre supuestas conjuras y problemas internos, que nada tendrían que ver con ellos.

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