El escritor Miguel de Cervantes decía que "donde hay música no puede haber cosa mala". Parece que Agustina Tabernero, de 66 años y vecina de Aluche, no está de acuerdo con esta afirmación. Desde hace ocho años ha visto taladrados sus oídos por los sonidos de la flauta, el piano, la guitarra o la percusión desde las nueve de la mañana y en ocasiones hasta las ocho de la tarde, todos los días de la semana. "No duermo, no veo la tele, no puedo leer", confiesa desesperada a EL DISTRITO en su vivienda de la calle Rafael Finat.
Su casa se encuentra ubicada junto a la de una vecina, pianista de profesión y que al parecer, según Agustina, no para de tocar. En este sentido, apela al artículo 7 de la Ley de Propiedad Horizontal para no ser molestada. Pese a las numerosas llamadas a la policía y denuncias ante la Junta Municipal, Agustina se encuentra "desesperada", lo que le lleva todos los días, incluso en pleno invierno, a bajarse a un banco del parque de Las Cruces para no oír la música.
Hace las maletas para irse