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Suárez, González y Aznar, Medallas de Madrid

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Tuvieron, cada uno en su etapa, una responsabilidad única: hacer transitar al país por la senda de la democracia. Son Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar. Los tres -junto con Leopoldo Calvo Sotelo a quien recientemente la Ciudad de Madrid rindió un particular homenaje- han sido reconocidos con la Medalla de Madrid, en un acto presidido por el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, en el Palacio de Cibeles, y que ya se ha convertido en una tradición dentro de las fiestas de San Isidro. 

Parafraseando a la filósofa y politóloga alemana de origen judío, Hannah Arendt, Ruiz-Gallardón explicó el sentido de este reconocimiento. "’Vivimos en un mundo en el que el propio cambio se ha convertido en algo tan obvio que corremos el riesgo de olvidar incluso qué es lo que ha cambiado’. Para que eso no ocurra -prosiguió- Madrid vuelve la mirada atrás cada 15 de mayo y rinde homenaje a aquellos cuya contribución ha sido decisiva para moldear la realidad presente, infundiéndonos como en este caso, una justificada confianza en el futuro". Los cuatro ex presidentes son ya, por encima de ideologías, "patrimonio de la Historia española y expresión de un progreso que marca las cotas mínimas desde las cuales seguir construyendo un porvenir más justo y esperanzador".
El alcalde no entró en valoraciones individuales. "Baste decir que han dirigido a España en la más apasionante y edificante aventura que ha protagonizado en los dos últimos siglos: la transición hacia una democracia madura, la modernización del país y su incorporación a la era global". El período que delimitan sus mandatos -1977-2004- es un tiempo de progreso social y bienestar material, en el que España se transformó, rompiendo los tópicos sobre su insuficiencia. En menos de tres decenios, respaldados por el Rey y caminando codo con codo con la sociedad, los ex presidentes "condujeron complejos procesos que se resolvieron en logros cruciales".

Buena salud democrática
Ruiz-Gallardón recalcó el nivel "inédito" de estabilidad alcanzado por la democracia española, "asentada sobre la única Constitución que los españoles han ratificado en las urnas, y beneficiándose de la función arbitral y moderadora de la Corona".  "En un país -añadió- que alcanzó el último cuarto del siglo XX tras haber dejado atrás cuatro guerras civiles, cinco magnicidios, 200 pronunciamientos militares y golpes de Estado, siete constituciones nunca del todo integradoras, y en el que casi un centenar y medio de presidentes de gobierno se sucedieron a lo largo de 142 años, hemos de reconocer que la rutina actual de nuestras legislaturas y cambios de gobierno es reveladora de que, por fin, España ha sido capaz de dotarse de un sistema razonable y útil para el ciudadano".

Libertad, auténtico sentido de la política
La diversidad intelectual y de trayectoria de los ex presidentes evidencia la solidez de uno de los pilares democráticos: la alternancia, "manifestación política del método prueba-error que fundamenta la ciencia moderna y mejora la eficacia de las organizaciones, garantizando una solución futura a los yerros y extravíos en que pueda incurrir el gobierno". Estas décadas de andadura democrática han demostrado que "los problemas de España siempre han terminado encontrado una alternativa que desbloqueara lo que alguna vez pudieron parecer callejones sin salida".
El alcalde madrileño afirmó, siguiendo el pensamiento de Arendt, que la libertad es el sentido de la política. "Libertad para elegir y cambiar gobiernos, libertad para empezar de nuevo, libertad para no rendirse ante las dificultades que siempre reserva el mañana. Libertad frente a todas las ataduras y los abusos, vengan de donde vengan, ya sea de un desequilibrio social inaceptable, esterilizador de las posibilidades de la persona, o de cualquier poder, público o privado, que se vuelva en exceso abarcador o intervencionista". Y esa libertad es lo que permitió a los ex presidentes democráticos españoles no dejarse intimidar por las dificultades, resistir las presiones en los momentos más delicados de sus respectivos mandatos y trazar sus caminos con objetivos coincidentes: "el bien común y la prosperidad de los españoles". 
Ruiz-Gallardón resaltó la lealtad con que Madrid ha colaborado a lo largo de estos años con el Gobierno de la nación. "Todo el que aspira a contribuir con su esfuerzo al progreso de España, intenta en un momento u otro hacer fructífero ese afán en Madrid. Forma parte del servicio que esta ciudad presta al país gracias a una especial comprensión de las inquietudes y anhelos de cada una de las partes que lo integran. Madrid es omnicomprensivo: acoge a todos, escucha a todos, se alegra con todos".
Desde "esa sintonía profunda con los españoles", el alcalde hizo un llamamiento para que hoy, por encima de ideologías, partidos, campañas y disensiones circunstanciales, todos nos sintamos orgullosos del esfuerzo  que estos hombres hicieron por impulsar a España".

 

 

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