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Blues en el South Side (II)

Festival South Side de Blues.jpg

[…] Y llegó la segunda edición del South Side en el 2016 centrando el grueso de la programación en el Teatro Egaleo. Al aire libre y en un escenario enorme, abrieron Marcos Coll y Edu Big HandsColl (Los Reyes del KO) es un enorme armonicista al que la única pega que se le puede poner es que está excesivamente profesionalizado. Edu es un guitarrista soberbio, con el Blues en las yemas de los dedos, y su única pega es exactamente lo contrario, faltándole todo el andamiaje de un proyecto de más altas misiones para que cuajara todo lo que es capaz de sacarle al mástil. Lo suyo es un Blues de supervivencia donde sea y con lo que sea, lo cual le da una autenticidad que valoraríamos más si fuese negro y viviese en el Mississippi, pero que tiene también su parte de putada.

A continuación salieron Adrián Costa & the CriersAdrián es la otra mitad energética de Los Reyes del KO que, además, se vuelven a reunir este año 2017 para actuar en el BluesCazorla y esperemos en algún sitio más. El proyecto con The Criers, sin tener que ver con el Blues, es una mezcla de aledaños muy bien cocinada por mucho que algunos no quieran tomar distancia con sus proyectos anteriores y lo miren raro al igual que a su traje rosa tan pintón.

Aurora and the Betrayers son una bomba de relojería. Más de media docena de veces he visto a Aurora a tope de banda, como hoy, o en versión reducida; en locales grandes y pequeños. Su directo es una apisonadora y sabiéndolo, ejerce con la rotundidad de una dominatrix y la garganta activada en volcanes. Fue todo un detalle que, sabiendo donde estaban, se calzaran toda una versión de Freddy King, matizando que lo hacían desde el máximo respeto aunque casi fuera irreconocible.

Cerraron en el Egaleo los catalanes A Contra Blues, heterodoxos donde los haya y que tengo que reconocer me emocionaron –lo disimule- con su versión de Triana antes de que los irreductibles atravesáramos Leganés para volver a las esencias de guitarra y armónica con Iker Piris & Blas Picón en el Hell Paso y a las dos de la madrugada.

Café, churros y más café para llegar a la sesión vermú del segundo día con Cesar Crespo en La Eñe. Cesar es un guitarrista sobrio que siempre parece saber qué es lo mejor a la hora de tocar sin puñetas accesorias ni fuegos artificiales. Allí le estaba grabando Eugenio Moirón, con su báculo rematado en cámara, mientras el resto empezaba con las cañas para abrir el apetito.

Tocaba ya comer algo y ver a los Bluedays en el Derry Irish con su Blues contundente, un grupo que son los habituales acompañantes de la cantante de Chicago Velma Powell.

De vuelta en el Egaleo para el grueso del día, empezaron con su perfecta relojería de sonido costa oeste, Johnny Big Stone and the Blues Workers, para pasar al gran incendiario de la edición: Laurence Jones, un jovenzuelo de Liverpool que convirtió en Teatro en un caldero a base de músculo. La gente directamente alucinó, salvo algunos de los más puristas que “miraban al seto” (sic) o directamente aprovecharon para ir a tomarse algo y retomar fuerzas, como el frente venido de Galicia, antes de la gran joya del Festival y por el que se le puede llamar de Blues con mayúsculas: John Primer acompañado de lujo por Quique Gómez a la armónica y los hermanos Bárez en la base rítmica.

Primer empezó a tocar su casero diddley bow con cuatro o cinco años. Por aquellas también se agenciaba cualquier cosa que pudiese deslizar por su única cuerda a modo de slide. Como tantos otros, se trasladó de Mississippi a Chicago para buscar empleo y allí formó su primera banda: The Maintainers, para seguir espoleándose y encontrando su toque con The Brotherhood. Después fue ya un sin parar: Willie Dixon, Muddy Waters, Junior Wells, Magic Slim… y que así continúe.

Después de este pedazo de bluesman, apodado The Real Deal, sólo quedaba sitio para la pura celebración y la elección no podía ser mejor: Freedonia, un grupo de artesanos con una sección de metal de esas que al terminar de tocar, les tiene que saber la boca a pólvora.

Cansados, felices y con un señor globo, tocaba, una noche más, la peregrinación al Hell Paso donde actuaba el pater de todo el asunto en España: Tonky de la Peña, acompañado en esta ocasión por Paul Orta soplándole al hierro. Tonky es un guitarrista realmente luminoso que poco a poco ha ido torciendo su destino hasta cerrar el festival a horas intempestivas. Y es una pena. Salvando todas las diferencias o distancias que se quieran poner, ese gitaneo que lleva contra sí mismo es del mismo palo del que adornaba al recientemente fallecido Chuck Berry, tirando piedras contra su propia leyenda con algunas de sus ocurrencias. Lo explicaba muy gráficamente mi abuelo: cogen la peseta y no ven el duro que hay detrás. Y aún recuerdo el último concierto en el Legend tricantino que le vi, con una banda espantosa, dejando llevar el peso a su guitarra acompañante, con más pedales que un ciclista y versionando a Clapton. Cuando entraba él a la guitarra, te dabas cuenta de que estabas ante un superclase que, no sé si por no querer o no haber sabido cómo hacerlo, se encuentra en un escalón que no corresponde a un pionero y a una leyenda, que lo es, en este país que cada vez es menos España y más Espuñeta.

Ad latere. No hablaré del concierto de Susan Santos el domingo como punto final del festival pues es el único que me perdí. Siendo una guitarrista con un estilazo del copón, andaba yo por esas horas con el Reverendo KM Williams en los madriles entre tortillas, morcillas, vino tinto y sus clases magistrales. (Continuará).

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