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Robert Plant

Llega Plant en proa de los Sensational Space Shifters, su banda última, tras la anulación de la gira que por estos lares tenía en el 2014. Llega Plant negándose a resucitar la leyenda de los Led Zeppelin con todos los millones del mundo sobre la mesa. La reunión en el O2 londinense sólo fue un espejismo y así es como debe ser por mucho que se cabree Jimmy Page.

Robert Plant anda siempre con las antenas de la curiosidad intactas y su voz sigue siendo capaz de remover ese enorme caldero en el que cabe desde la música africana a la electrónica, con todo lo que se quiera meter por el medio: muchas horas de Blues en los oídos, ese folk psicodélico heredado del Led Zeppelin III o del Houses of the Holy. En tierra de nadie, el salvaje ha alcanzado ese punto místico que se le presuponía, esa armonía cósmica que dirían los jipis. ¿Tendrán algo que ver esas estancias en las que se pierde por el Marruecos de los colores y la música tradicional que hipnotiza como un mantra?

El escenario para su próximo concierto no puede ser mejor: el Real Jardín Botánico Alfonso XIII, un enclave natural en medio de Madrid. Tiro de memoria y lejos quedan aquellos conciertos en el Palacio de los Deportes, luego incendiado. Recuerdo el del 93 con puro hard rock teloneando a Lenny Krawitz –sí, han leído bien. Y el del 96, con Jimmy Page y toda una sección de cuerda con músicos egipcios metiéndole fuelle a Kashmir. Por alguna caja tengo que tener las fotos de aquellos encuentros, forzados por mi parte, y un par de vinilos firmados.

Pero dejemos el pasado donde tiene que estar. El siglo XXI le ha sentado muy bien a Plant, retomando, aunque sólo fuese de nombre, su primer grupo de los años sesenta: Band of Joy; para continuar arrasando en premios a medias con Alison Krauss, americanota del country y del bluegrass con quien grabó Raising Sand dando rienda suelta al matiz de lo vocal sin estridencias. Y llegar a los Sensational Space Shifters en los que intercala temas de los Zeppelin pero siempre reescritos y buscándole nuevas cadencias, nuevos significados, nuevos arreglos hasta casi convertirlos en nuevas canciones y completando el poliedro de variantes que siempre ofrecen las grandes composiciones; y por mucho que moleste a los oyentes que esperen la eterna copia decorativa. Robert Plant, un gentleman que a estas alturas sigue recorriendo en búsquedas esa ruta de la seda interior que tanto le apasiona.

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