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Cochefobia

El Ayuntamiento de Madrid ha presentado su proyecto para remodelar la Calle Alcalá en su tramo entre Ventas y Ciudad Lineal.

Todos esperábamos que fuese restrictivo para los vehículos particulares, porque el diseño de las ciudades ya no puede estar basado en el coche, y porque cualquiera asume que se deben repensar las ciudades limitando el tráfico y beneficiando al transporte público. La primera previsión se ha cumplido. Con creces. Más allá de limitar dentro de lo razonable el tráfico en una vía periférica tan importante imponen limitaciones y restricciones a los autobuses, lo que puede suponer un deterioro en las líneas que pasan por allí en lugar de potenciar del transporte público, tan deseado y deseable.

Reducir el tráfico en la Calle Alcalá a un solo carril por sentido, carril que será compartido por autobuses y coches y, para mayor complicación, ciclistas, es un despropósito que no puede sino complicar el ya de por sí difícil tránsito en esa zona. Y estamos hablando de una de las vías de acceso de la periferia hacia la M-30. Los autobuses también serán más lentos. Se pretende, supuestamente, mejorar la naturaleza comercial de la zona, pero es complicado conseguirlo si, pese a dejar enormes aceras, el tráfico está continuamente atascado. Y el reparto de mercancías a los comerciantes será difícil sino, simplemente, imposible. Alegan desde el Ayuntamiento que pueden realizar el reparto desde calles aledañas.  Debe ser que los pobres transportistas ya han entrado en la categoría de “casta”, y no es maltratar al obrero el hecho de obligarle a servir barriles de cerveza a un bar desde dos o tres calles más allá, con el esfuerzo que conlleva, y la pérdida de tiempo que dudo que su empresa le compense.

Tenemos que sumar la remodelación de la Plaza de Misterios, denominación no oficial que para la que se sitúa en la parte final del tramo referido de la Calle Alcalá, en la intersección con Arturo Soria. Es cierto que se trata de una zona con poco atractivo, que precisa ser mejorada para dotarla de una mejor imagen. Pero hay que tener en cuenta que esas reformas, se dibujen como se dibujen sobre el papel, tienen que ser muy limitadas, puesto que la plaza está situada sobre un parking público, lo que limita mucho las actuaciones que se pueden realizar (especialmente, no se pueden situar allí árboles de ningún tipo ni objetos de excesivo peso, a pesar de que figuren en las imágenes que se han puesto en los proyectos) Pero además lo proyectado incluye hacer desaparecer el intercambiador de autobuses públicos que se encuentra allí, devolviendo las cabeceras de las líneas a sus lugares habituales, con el consiguiente perjuicio tanto para esas líneas de autobús como para el resto del tráfico rodado.

Puedo asumir que el odio al coche particular, lo que he llamado cochefobia, lleve a tomar decisiones poco acertada.Pero en este caso el odio se amplía incluso hasta al transporte público, muy perjudicado por todas las medidas propuestas.

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