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Contaminación

En nuestra ciudad padecemos niveles de contaminación atmosférica. Habitualmente casi todos los madrileños tenemos problemas respiratorios, pero es que ahora mismo se pueden contar los que no tienen tos, fatiga, afonía o “buchos bocos”, que dirían Martes y 13. Algo normal en temporada de fríos, pero que sobrepasa las estadísticas de años anteriores. Y seguirá aumentando, si no se hace nada.

Por mucho que se esfuercen en señalar como culpable a Manuela Carmena, no hay nada más lejos de la realidad. El tiempo, con las escasas lluvias de este año, ha favorecido la acumulación de humos sobre Madrid, sin viento que pueda disiparla. Y eso lo ve cualquiera. La inactividad durante años de los alcaldes del PP en el asunto ha acabado desembocando en esto. Ana Botella llegó a retirar medidores de partículas y de contaminantes, o a desplazarlos desde calles con tráfico, para instalarlas en el Retiro o en la Casa de Campo, donde, lógicamente, los resultados son mucho mejores, pero menos representativos del aire que respiramos la mayoría, la mayor parte del tiempo. No estamos sino ante el resultado de las acciones llevadas a cabo con anterioridad, o, mejor dicho, de la falta de ellas.

Pero el hecho de que no sea culpable, no quiere decir que no sea responsable. Cuando un partido, o lo que sea, gobierna nuestra ciudad, lo hace con todo lo que ésta tiene de bueno y de malo. Eso incluye la lucha seria y responsable contra la contaminación. Ocurrencias como la limitación de velocidad en la M-30 algún día, o la restricción de la entrada de vehículos al centro en un par de días son medidas que, aparte de que dudo de que tengan ningún tipo de efecto, no van a resultar en una mejora del ambiente realmente mantenido en el tiempo o a medio plazo. Un plan para reducir la contaminación ambiental en Madrid es algo que deberíamos tener activo todo el año, y ahora mismo se puede decir que es incluso de los temas más urgente sobre los que legislar en el plano municipal.

Por el contrario, el ruido mediático se concentra en aspectos de menor calado, como los tuits, las manifestaciones de algún concejal, o el mal gusto de alguna obra de titiriteros representada antes en otras provincias sin causar ninguna reacción. No digo que no sea importante, pero cada cosa en su justa medida, y “la salud es lo primero”. Mientras nos torpedeen insistiendo en que miremos lo malos que son nuestros concejales, no podremos pararnos a pedirles que tomen las importantes medidas que esta ciudad necesita. Mucho ruido para poder pensar, quizá. A lo mejor tenemos que plantearnos que la contaminación acústica también resulta insoportable para los madrileños.

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