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Corruptopolítica madrileña: González y Granados

Si yo estoy cansado de escribir sobre corrupción política e institucional, ¡cómo estarán los amables lectores de El Distrito!, que día a día leen la prensa y ven los telediarios, todos ellos bien repletos de corruptopolítica española.

Lo que pasa es que en estos últimos tiempos nos ha tocado rozar esta lacra –grave y profunda- con nuestros propios dedos y al más alto nivel institucional madrileño. Vaya por delante que en los dos casos que voy a nombrar no hay aún sentencia judicial, y no se sabe si la habrá…; cada uno de ellos se encuentra en estadios distintos del procedimiento. Al mismo tiempo, vaya también por delante que lo mismo escribí sobre Urdangarín y la Infanta, y estamos donde estamos…

El Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, está metido en el  barro por un pequeño dúplex de lujo de 495 metros cuadrados, situado en la exclusiva urbanización Guadalmina, cerca de Marbella. Su mujer está imputada por este asunto por presunto blanqueo de capitales y delito fiscal, en el que además encontramos otros ingredientes picantes: paraísos fiscales, testaferro mexicano radicado en Estados Unidos, archivo de la cuestión por la Fiscalía y reapertura por parte de una juez, recovecos dinerarios para todos los gustos, destituciones de mandos policiales que investigaban el caso… Todos los componentes de una trama novelesca de primera categoría, que en este caso es real como la vida misma.

El Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid entre 2008 y 2011, y hasta hace nada Senador, Francisco Granados, también está envuelto en reciente polémica de la corruptopolítica, y no es la única de su carrera. Los ingredientes de esta ensalada son: cientos de miles de euros en una cuenta Suiza, hasta millón y medio, desconocimiento total del tema por parte de la opinión pública, mentiras a los medios de comunicación y declaraciones sesgadas de patrimonio. No está mal el aliño.

A mi juicio, los ciudadanos tenemos que pensar y hacer lo que sea menester para acabar con personajes como estos. Es deseable evitar el extremo de lo ocurrido en Kiev, pero si los propios partidos políticos no son capaces de limpiarse a fondo, tarde o temprano algo ocurrirá.

Como escribí de la Infanta Cristina, lo más importante al final no es si tal o cual comportamiento es susceptible de condena con arreglo a alguno de los Códigos vigentes, sino que la corruptela y la falta de ética más elemental se han adueñado hasta de quienes supuestamente deben abanderar el ejemplo de una vida dedicada al servicio de un país. Y esto es un problema muy gordo.

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