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Desde la calle Corrientes

Víctor Vázquez

Argentina. Aterrizo con las noticias de la muerte del gran poeta chileno Gonzalo Rojas y del follón porque Vargas Llosa haya inagurado la Feria del Libro de Buenos Aires después de que intentaran censurarlo. Todo se queda en virutas informativas con la muerte en cuestión de horas de Bin Laden y, perdón, de Ernesto Sabato.

Muere Sabato, gruñón y futbolero, en su casa de Santos Lugares justo la víspera del homenaje que en la Feria le iban a ofrecer. De otro diríamos que lo hizo por llamar la atención, de él sólo podemos decir que ha sido por pura discreción. Cumplía los cien en junio, tenía prohibido escribir y leer por prescripción médica, ya sólo pintaba, y no le ha debido parecer conveniente llegar al siglo. Deja unas pocas novelas densas y obsesivas –El Tunel, Sobre héroes y tumbas, Abbadón el exterminador,…- y una integridad ética de primer nivel.

Muere Osama y Obama clavetea su reelección con un discurso cromado. Al Qaeda lo desmiente en un primer momento para pasar a pedir terrible venganza, lo que demuestra que se lo han cargado de verdad y no se ha esfumado a ese limbo donde, según algunos iluminados, aún vive Elvis escondido del mundo o Jim Morrison escribe poemas alucinados. ¿No era Carlos Gardel el que vivía en el Sahara, según Carlos Salem en su novela Camino de ida…? Pues eso.

Compro Clarín y La Nación con la misma información contradictoria de todos los medios a nivel internacional. Lo que está claro es que llevárselo vivo era un problema de seguridad sin precedentes y un coste enorme el mantenerlo; al igual que tirar un bombazo sobre la casa y no tener nunca la certeza de haberlo cazado. Enterrarlo y convertir su tumba en peregrinación de radicales era otro error en un mundo donde impera la cultura de la imagen y donde los iconos hay que palparlos. De eso saben mucho por aquí: Gardel, Maradona, Borges, Evita…, esa Evita tan diva e ignorante como querida, que a rebufo de Perón fundó casi una dinastía que ha llegado a Nestor Kirschner y a la actual Cristina, que ejerce de presidenta-viuda del peronismo atiborrada de bótox y complicado maquillaje. Y volverá a salir en las elecciones, que por aquí calientan motores, para desgracia de la libertad de prensa y del diario Clarín en proceso de acoso y derribo informativo: solo fotógrafos, que no hacen preguntas.

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