Con ese título se estrenó hace años una de las pocas buenas películas históricas españolas. En ella, Gabino Diego hacía de un rey Felipe IV pasmado de amor, que se quedaba alelado y no daba pie con bola.
No voy a establecer un paralelismo con S. M. el rey D. Felipe VI nuestro Señor, digno sucesor del Pasmado. Pero algo alelado se debe de haber quedado Su Majestad al ver los resultados de las elecciones. Al ver cómo los políticos, sí, los cuatro líderes, han dejado de ser parte de la solución de los problemas a ser parte de las causas de los mismos.
Siguiendo el magisterio de Cameron, ese cenutrio conservador britano que convocó un referendo para seguir en la UE y lo ha perdido, metiendo a toda Europa en una crisis de consecuencias imprevisibles (yo auguro incluso una guerra civil en el Reino Unido), Rajoy e Iglesias se empeñaron en unas segundas elecciones en vez de buscar los apoyos para que hubiera un gobierno decente. Tan sencillo como abstenerse para que gobernara Rajoy o abstenerse para que gobernara Sánchez con Rivera. Pues no.
Y los resultados son los que son: ni PP ni PSOE ni Unidos Podemos pueden gobernar salvo por medio de la Gran Coalición. Y Sánchez se ha apresurado a decir que ni de coña. O sea, que volvemos a la casilla de Salida.
Pues vamos a una terceras elecciones. Porque Ciudadanos, legítimamente, dice que no va a apoyar un acuerdo con el PNV, un partido que quiere romper España. Ya sabemos que el PP habla en vasco en la intimidad, y en bosnio si hiciera falta con tal de seguir gobernando y repartiendo sobres en B.
Y mientras tanto yo, y otros muchos, me voy al paro en julio. Y preveo años de búsqueda de un trabajo y pérdida de poder adquisitivo porque entre el Brexit, la crisis en China, la posibilidad de un gobierno Trump en Estados Unidos, y la inestabilidad en España, nos vamos otra vez a los seis o siete millones de parados.
Gracias, políticos. Que Dios os lo pague con un buen puesto en un Consejo de Administración.
