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Entre una huelga y un Nobel

Víctor Vázquez

Huelga tibia. Empate pactado. Le llaman éxito y todo sigue como si nada hubiera pasado… Así lo recitaría Gloria Fuertes. Los sindicatos han cumplido con su papel teórico de convocarla, aunque fuera tarde, por aquello de cubrir el expediente con la que estaba cayendo en España. La crisis hace tiempo que ha dejado K.O. al Gobierno por no cubrirse la cara a tiempo y negar la evidencia; y ha dejado K.O. a una sociedad dormida casi incapaz de reaccionar ante nada que no sea fútbol o casquería televisiva. Sindicatos, Ejecutivo y Patronal se nos muestran como interlocutores sociales nulos. Todos aferrados a la poltrona con unos liberados sindicales demasiadas veces en la oscuridad ventajista, un presidente grapado en Moncloa que no adelanta elecciones aunque el país arda en llamas, y una patronal que con sólo decir quién la sigue dirigiendo es suficiente: Díaz Ferrán.

Los socialistas han convertido su partido en pura auto-complacencia, en un pesebre donde levantar la voz supone que no te dejen meter cuchara en el caldero, y la Oposición no se atreve con una moción de censura ni tampoco a purgarse los interiores sacándose de la entraña a todos esos fontaneros contables podridos.

Rajoy simplemente está sentado viendo caer el muerto de barro creado por Zetapé, frente al que sólo se rebela Tomás Gómez y dos más con la boca pequeña; y todo para decidir quién pierde contra Esperanza Aguirre, la condesa-chica Telva de la Comunidad de Madrid, como la citaba Umbral en sus columnas.

Pero pasemos a cosas más interesantes.

Paco, querido, no te cabrees demasiado pero le han dado el Nobel a Vargas Llosa. Sabes, a pesar de que lo consideraras un poco intruso al igual que a todos aquellos del boom sudamericano, que es merecidísimo, como bien reconoce Goytisolo desde las antípodas ideológicas de Mario. Demasiados mediocres hay ya que lo acusan de reaccionario para tratar de rebajar su valía como escritor. Ay, todos esos coronelitos semi-analfabetos que saltan de rabia con la vena hinchada desde Cuba a Venezuela. Claro que, después están todos esos insípidos de la banderita y el patriotín, lleno el pecho de orgullo, por ser un Nobel para España defendiendo su nacionalización o que si es de Perú, dirán otros, porque allí nació. Absurdos todos… De mi patria son Vargas Llosa, Vila-Matas, Paul Auster, Ricardo Piglia, Claudio Magris, Sergio Pitol, Philip Roth, Quim Monzó… Y me da igual donde hayan nacido.

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