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Gurús ante la renuncia papal

Hace más o menos seiscientos años fue la última vez que un Papa renunció a su oficio de Pastor supremo de la Iglesia Católica. Lo que quiere decir que lo anunciado por Benedicto XVI hace pocos días es algo del todo excepcional. Mucho más si lo comparamos con otras gentes de nuestro alrededor que se aferran a la poltrona del poder a pesar incluso de más que fundadas sospechas de corrupción. Vaya ejemplo para muchos.

Es difícil comprender las razones que habrá tenido el Papa para renunciar, probablemente sean varias y complejas. Desde luego, lo seguro es que lo habrá pensado bien dada su alta catadura moral e intelectual. Tomar una decisión así siendo lo que es un Romano Pontífice, con una recia tradición de siglos a la espalda, requiere mucha valentía y seguridad en que la Iglesia la gobierna Cristo. Ya lo había advertido en una entrevista reciente y ha cumplido su palabra.

Los que me hacen gracia son algunos colegas periodistas, supuestos gurús de la información sobre El Vaticano, que enseguida quieren ver tramas y luchas, cayendo en las más burdas imaginaciones de literatura barata. Son incapaces de levantar la vista. No tienen ni idea, pero se obstinan en saber más que nadie. Van a lo fácil, a lo que vende. Periodismo del malo.

Desde luego entre los cardenales y obispos hay corrientes y sensibilidades varias, diversidad de opiniones, como en cualquier institución compuesta por hombres. Lo que no aciertan a ver estos gurús es que esa disparidad no es como la divergencia política, que la Iglesia no es un partido político y que los principios generales son plenamente compartidos por todos. Les encanta el disenso, disfrutan en cuanto encuentran la nota disonante, la amplían y reiteran hasta la saciedad.
Mucho puede influir esta decisión papal en el futuro de la Iglesia y por ende en el de nuestra sociedad. Se equivocan quienes dicen que les trae al pairo lo que haga o deje de hacer un Papa. Aunque no les guste, en este país de profundas raíces cristianas lo que haga un Papa influye, mucho, y esperemos que para bien.

Hace ocho años escribí en este mismo espacio dos artículos sobre este Romano Pontífice: “Benedicto XVI y yo”, sobre los días en que tuve la suerte de convivir de cerca con el Cardenal Ratzinger; y “Aire fresco”, sobre la vitalidad que traía la personalidad y la fuerza intelectual de Benedicto XVI. Es probable que este gesto suyo tenga mucha trascendencia y sea para el bien de la Iglesia y de la Humanidad.

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