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La ‘lección’ de censura de Cifuentes

En la Comunidad de Madrid el PP gobierna desde hace dos años con el apoyo encubierto de Ciudadanos (C's). Sólo una felonía del partido de Albert Rivera conseguiría derrocar a Cristina Cifuentes.

Tras escándalo y bochorno que ha supuesto para los madrileños el encarcelamieto de su expresidente Ignacio González, Podemos decidió desempolvar la fórmula de la moción de censura, sabiendo que no tenía apoyos pero intentando llevar la iniciativa política.

Podemos por fin tenía un arma para confrontar dos modelos distintos, proponer a una candidata y hablar por tiempo ilimitado. Lo que vino después sólo es apto para mayores de 18 años. El Gobierno de Cifuentes utilizó una prerrogativa del reglamento para bajar al fango y contraatacar, una triquiñuela que convirtió la moción en una cuestión de confianza y/o en un Debate del Estado de la Región de más de 10 horas de duración, en la que los consejeros tuvieron tiempo ilimitado para hablar de su gestión y criticar incendiariamente a los de Pablo Iglesias. Todo pese a las quejas de PSOE y Ciudadanos, convidados de piedra en este sainete.

Un espectáculo bochornoso y tabernario, en el que el portavoz del PP, Enrique Ossorio, acabó llamando “grupo de pederastas, abusadores sexuales y traficantes de drogas» a los miembros de Podemos, después de que Ramón Espinar le acusara de pasar de «robar a regenerar la democracia». Por la ciénaga en la que se convirtió la Asamblea, en la que todavía se oyen los ecos a algunas ‘ranas’ de Esperanza Aguirre, también pasaron los nombre de McCarthy, Goebbles o toda la lista de imputados y condenados del PP por corrupción, de unos seis o siete folios pegados, que Jacinto Morano dejó en el escaño de la presidenta. Después de gestos, insultos, salidas del Parlamento de los vicepresidentes de la Mesa y al final de todo el Grupo Popular, llegó la votación: rechazada la moción a Cifuentes con los votos de PP y Cs frente a la abstención el PSOE.

La estrategia del PP de Madrid de plantar cara a Podemos fue un aviso a la formación ‘morada’ -en su moción de censura en el Congreso- de que están dispuestos a bajar a la arena. El ‘paseíllo’ de aplausos de apoyo a la presidenta antes de su comparecencia en la comisión de investigación del día 2 lo confirma. Si hieren a la ‘rubia’, ellos también están dispuestos a morder. “Con lo que hicimos en la moción queríamos darles una lección. Y a ver si se les quita las ganas de presentar otra”, resumía un asesor del Gobierno. 

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