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Lo de París

Soy un enamorado de Europa, y para mí París es su capital. Fue la primera ciudad europea que visité, allá en 1984. Estuve en la celebración del Bicentenario de la revolución francesa junto con una delegación de las Juventudes de la Internacional Liberal. En París pedí la mano en 2004 de quien ahora me hace feliz. Amo París, y por eso puedo decir abiertamente que odio el Yihad en su acepción de guerra santa, me parece lo peor del Corán, un libro por lo demás poético y bello.

Pero este Yihad o Cruzada también existe en la mentalidad cristiana, y hay decenas de guerras “santas” en la Biblia y en la historia del Cristianismo. También odio este concepto. No entiendo que en nombre de nuestro Salvador se mate a personas que no comulgan con Él.

¿Responde el Yihad musulmán de alguna manera a algún tipo de Cruzada occidental? Yo creo que sí. Esa Cruzada occidental empezó cuando, instigada por la CÍA y el gobierno demócrata, estalló la "Primavera árabe" y hubo revoluciones supuestamente democráticas en Túnez, Libia, Egipto y Siria. En aquellos días escribí un artículo para El País que, por supuesto, no me publicaron. En él alerté de que una revuelta democrática construida desde arriba y desde fuera del Islam no tenía visos de triunfar, e iba a dar lugar a un otoño sangriento. Las guerras en Libia y Siria y la dictadura militar en Egipto son la respuesta fanatizada a una agresión gratuita y “buenista” perpetrada por Estados Unidos y su presidente multicultural. Que me digan a mí si esos países no estaban mejor con Gadafi, Mubarak o al-Assad. Solo en Siria llevan 200.000 muertos y medio país arruinado.

Ahora, las consecuencias las vivimos en Europa. A la presión “buenista” para acoger decenas de miles de refugiados (¿ninguno va a Estados Unidos?), entre los cuales no me cabe ninguna duda que han llegado o llegarán los terroristas que el viernes sembraron de muertos mi amado París, hay que sumar el hecho de tener que embarcarnos en una guerra sucia en Siria que empezaron otros y que seguro que terminarán otros también.

Nos queda sangre, sudor y lágrimas por delante. No me cabe ninguna duda de que, al implicarnos en esta guerra sucia, nos tocarán bombas y ametrallamientos en Madrid.

Y a esto nos tenemos que acostumbrar. Cada vez que en Estados Unidos un presidente estrena mandato, intenta ocurrencias en su política exterior, sobre todo en lo que ellos llaman “Medio Oriente”, y nosotros Levante. Solo cabe esperar una política exterior estadounidense menos unilateral y, sobre todo, más informada. Hasta entonces, a aguantar el chaparrón. 

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