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Ombligos en flor

Víctor Vázquez

 

Llega la primavera con su cambio de hora y sus alergias, y echo de menos ese artículo que por estas fechas escribía siempre Umbral celebrando a las ninfas con sus ombligos en flor de adolescencia.

Llega el sol y bullen los carteles de los festivales veraniegos ultimando sus contrataciones mientras vamos haciendo boca con el goteo de un puñado de mujeres de esas que son capaces de hacer cosas mágicas con la música y sus gargantas.

Hace unas semanas pasó Alice Russell por Madrid sin que le prestaran atención; una pena porque esta inglesa de Brighton es pura potencia vocal. La imagino malvadamente como una hija de Saturno devorando niños negros para afilar las cuerdas vocales antes de salir a escena con su cara de buena.

Apenas en unas horas llegará Adele, escapada de Tottenham con su talento y sus espectaculares ojos -doy fe de esto último pues coincidí con ella cuando aún no había cumplido los veinte fumando en la puerta del londinense The Griffin- para un rápido Sold out! con cambio de sala y su segundo disco bajo el brazo donde compone temas soul que hace respirar a la manera folk y canta con un suave desgarro cargado de matices.

En unos días nos visitará Marianne Faithfull, ese “ángel de grandes tetas” como ella misma se recuerda en palabras de algún Stone. La escuché el pasado verano en el Teatro Cervantes de Málaga cantando con la sabiduría de un viejo bluesmen. Marianne ha ido envejeciendo como el mejor de los vinos: desde un cantar lánguido y candoroso que casi susurra entre largas pestañas –Rock & Roll Circus (1968)- a una voz cortada a serrucho llena de personalidad. Hay que decir que su autobiografía es la mejor escrita del mundo del rock.

En el aniversario de la II Republica actúa un fetiche que llevo en el IPod desde hace meses: Hindi Zahra, una marroquí llegada a Francia por reagrupación familiar que ha absorbido como una esponja todo tipo de raíces y las ha pasado por el filtro de lo contemporáneo. Cómo se nota cuando una fusión sale natural frente a los pastiches que algunos pretenden colocarnos. Su música es un cruce de caminos y ella una exótica con gesto duro, con una fuerza tranquila mezcla de arrabal y mística que la hace realmente atractiva. Sello Blue note y sin duda el mejor disco de debut del año.
Ad latere: Interesante será ver a Pete Doherty (Joy Eslava) en su papel de terrible Rimbaud de Camden; y es que la primavera también trae a veces flores envenenadas que nos sorprenden con temas despojados y llenos de lirismo haciendo renacer a quien sólo hace unos meses se ofrecía a tocar por unas copas en los pubs que van del Dublín Castle al Hawley Arms…

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