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El Partido Popular tiene un problema

El Partido Popular pone un circo y le crecen los enanos, se le mueren las pulgas, el león se come al domador. El penúltimo escándalo de corrupción  y que afecta de lleno al partido popular, complica aún más si cabe el desolador panorama político español. No es que los socialistas estén mucho mejor, pero debemos de reconocerles su capacidad de siempre parecer ajenos a los casos de corrupción institucionalizada que por ejemplo se dan en Andalucía. No se trata ya de recurrir al consabido “y tu más”, se trata de acabar con una lacra que dura ya demasiado tiempo. Los ciudadanos tenemos la sensación de estar viviendo un proceso continuado de corrupción, donde unos y otros se han repartido nuestro dinero y donde la impunidad más absoluta ha imperado en distintas comunidades autónomas amparado al calor de políticos sin escrúpulos ni decencia.             

Pedro Sánchez tiene la excusa que buscaba para no negociar nada con el partido popular y de esta forma dar un golpe de autoridad frente a todos aquellos que dentro de su partido cuestionen sus liderazgo. No  es que Pedro Sánchez necesitara de mucha cuartada para alejarse de cualquier pacto con el PP, pero esto complica sobre manera cualquier dialogo para formar eso que los “cursis” han dado en llamar “la gran coalición”. Pedro Sánchez se siente cómodo con la anti España. Esto tampoco es nada nuevo en los socialistas españoles. Por mucho que tengamos en el PSOE honrosas excepciones que confirman la regla, bueno, no exageremos, muchas excepciones tampoco, el socialismo español siempre se ha  encontrado mucho más cómodo al lado de aldeanos periféricos y ultramontanos separatistas que junto aquellos que tenían un sentido mucho más claro y rotundo de lo que es y debe ser la nación española.

Tampoco soy muy dado a creer en teorías conspirativas y de otra índole, pero debemos de reconocer “la idoneidad” de la aparición de este nuevo caso de corrupción en el seno del PP para los intereses de Pedro Sánchez. Sabemos que la justicia tiene sus tiempos y su ritmo, pero también sabemos cómo estos tiempos se ven acelerados o retardados de “forma casual” según convenga. Igual que no creo en teorías conspirativas, tampoco creo en exceso en la casualidad recurrente.

El partido popular tiene un problema, España tiene otro problema y los españoles tenemos  muchos problemas y solo reconociendo que el paciente está enfermo podremos aplicar los remedios apropiados para su curación.

Mariano Rajoy debe abandonar, dimitir, irse a casa. La situación de “enroque” que vive la sociedad y la política española exige altura de miras y gestos que ayuden a desatascar la situación.

Ya no dudo de la buena voluntad que tenga o no Rajoy, dudo de su capacidad de gestión para sacar esto adelante. Pedro Sánchez que haga lo que quiera o desee, es muy libre de ir hacia su suicidio político y el de su partido. Poco se perderá. En pleno siglo XXI no veo imprescindible la existencia de ningún partido socialista, pero Rajoy está poniendo en juego el futuro inmediato de una nación.

La corrupción es un mal endémico del que Rajoy ha sido incapaz de combatir con firmeza. Se necesitan alternativas y líderes que convezcan, no sujetos a los que se reconoce votar con la nariz tapada. Y mientras, los “chiripituflauticos” encantados de haberse conocido. Ahora su máximo problema es que el tiro de cámara de “tetacinco” o la “secta” les sacara demasiado lejos, les sacara desenfocados. No están contentos con su ubicación en el Congreso. Nos recuerdan que son el partido de la gente. Debe ser que el resto son el partido de los dinosaurios, marcianos o lunáticos.

Javier García Isac / Una Hora en libertad

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