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La Responsabilidad Social Empresarial, ¿maquillaje o realidad?

Pablo Sagastibelza

Desde hace algunos años, muchas empresas han puesto en marcha lo que se ha dado en llamar Programas de Responsabilidad Social. No se trata tanto de dar dinero a proyectos solidarios externos o de acciones puntuales discontinuas, sino de plantear la sostenibilidad social dentro de sus planes estratégicos. En las páginas web de bancos y multinacionales ya no puede faltar la Memoria de Responsabilidad Social.

Hasta el momento, sólo las grandes hacen este esfuerzo dedicando recursos económicos y personas: mejora y cuidado del medio ambiente dependiendo de las actividades de su producción, planes de desarrollo y promoción de los empleados, actividades solidarias en sus entornos locales y regionales, cooperación con causas solidarias, ahorro energético y vida saludable, accesibilidad a las nuevas tecnologías e inserción laboral, gestión transparente, etc., etc. En definitiva, tratar con responsabilidad a la sociedad en general y, en particular, a todos los grupos de interés con los que interactúan: clientes, trabajadores, directivos, proveedores y accionistas.

Existen instituciones que estudian este fenómeno con detalle relacionándolo con la ética de los negocios y la empresa; hay congresos y cursos especializados, premios, y un sinfín de artículos que analizan la evolución de algo que podría quedarse en una moda, pero que aparenta fortaleza de futuro.

En momentos de crisis honda y difícil, los pequeños empresarios no tienen tiempo ni recursos para meterse por estos caminos, suficiente hacen con sobrevivir, aunque los grandes afirmen que es toda una política que hace más rentables y productivas sus empresas. No se trata, dicen, de un maquillaje social para nuestras actividades, sino el reflejo de que conviene reflexionar y cambiar los modelos productivos después de comprobar que la falta de responsabilidad de muchos directivos en la toma de decisiones estratégicas es una de la causas de la crisis actual, quizá la más importante.

Aún es pronto para saber si se trata de un fenómeno real, imparable y consistente. La tentación de usar la Responsabilidad Social como arma publicitaria es demasiado grande. De hecho, no son pocas las empresas que tienen al personal del Departamento de Comunicación a cargo de estos menesteres. Esto es así, pero lo que puede matar este nuevo concepto de hacer empresa es que hagan lo que han hecho siempre y quieran vestirlo de Responsabilidad Social. Si se trata de algo nuevo se debe notar no sólo en los voluminosos informes con los que nos obsequian, sino en que hay soluciones nuevas, creativas y sostenibles.

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