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Rockefekeller, el erial y Alcobendas

Cuentan que cuando a Abby Rockefeller, una de las herederas de la histórica familia vinculada al negocio del petróleo, la preguntaron sobre la vida social en Texas, respondió «Terrible. Es un yermo cultural encima de un mar de riqueza, navegamos sobre petróleo pero moriremos de hastío«. Algo así, salvando las distancias, se podría decir de Alcobendas. Obviamente no nadamos encima de una bolsa inagotable de petróleo, como en el estado americano, pero si gozamos de un municipio con una alta renta per cápita y un ayuntamiento con cuentas más que saneadas. Y tampoco sería justo definir la oferta pública cultural de Alcobendas como un erial, pero también es cierto que podría ser mejorable. 

Porque los números sobre gasto cultural en Alcobendas son realmente llamativos. Y por falta de dinero y recursos no será. Pero no todo es gastar. Habría que partir de una premisa. El ocio, y más concretamente la oferta cultural, no es un gasto, es una inversión. Una inversión que trae riqueza y prosperidad. En una Sociedad basada en el sector terciario como el que vivimos, la oferta de cultura no puede ser considerada un lujo, sino una necesidad, por lo que debería ser un eje básico en el desarrollo humano de una localidad como Alcobendas. Pero no sólo se trata de ofrecer un servicio desde una mirada vertical, donde el Ayuntamiento o su patronato «ofrezca», sino de colaborar y potenciar un servicio de igual a igual, de una manera trasversal. Un pequeño e ilustrativo ejemplo puede ser el Concurso de Fotografía Ciudad de Alcobendas. El premio para este Concurso, según se puede leer en las bases del mismo, es un montante económico destinado a gastar en material fotográfico. Muy loable, desde luego. Pero quizás se podría ir un poco más allá, y ofrecer como premio una beca de fotografía y la posibilidad de trabajar en algún organismo cultural público por unos meses, con el encargo de llevar a cabo un trabajo sobre Alcobendas que pudiera servir como rampa de promoción a nuestra ciudad. Porque no todo es tener los recursos, sino saber cómo utilizarlos. O buscar colaboración con alguna de las múltiples empresas radicadas en nuestro municipio para que poder ofrecer una recompensa mayor y a su vez menos gravosa para las arcas municipales. Pero para ello hay que superar viejos clichés en el uso del dinero público. Un Ayuntamiento no está para recaudar y gastar, esa visión de las funciones de los poderes públicos está superada. Un consistorio está para crear riqueza en su municipio, para colaborar con las empresas privadas, potenciando y liderando iniciativas que se retroalimenten no solo con un coste mínimo a sus ciudadanos, sino generando riqueza. Pero para eso hay que dar un paso al frente, innovando, trabajando, teniendo iniciativas diferentes e imaginativas; en definitiva, tener un equipo de gobierno del Siglo XXI, profesional y eficiente. Cultivar el erial, aprovechando el petróleo. No como en Texas.

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