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Sociedad anestesiada

Comenzamos un nuevo año cargado de buenos propósitos, de buenas intenciones. Nos hacemos promesas, nos marcamos objetivos que difícilmente cumpliremos. Soñamos con ser mejores y ayudar o apoyar a todo aquel  que  lo necesite. Lástima que la euforia dure poco. Sin darnos cuenta, volvemos a la rutina diaria y todas las buenas intenciones, los buenos propósitos se van diluyendo, van desapareciendo lentamente como desaparece la niebla o la bruma matinal. Reconozco que en muchas ocasiones el abandono de los objetivos marcados no es por culpa nuestra. Caemos en la desidia con facilidad. Nos atrapa la pereza y el camino fácil, el atajo. Esto es humano y sucede en todos los aspectos de la vida.

En política pasa lo mismo, solo que aquí son otros los que desean que desistamos de nuestros propósitos, son otros los que manejan los hilos, son otros los que no desean, no quieren que nadie entorpezca sus intereses. La política se ha convertido en  un modo de vida donde solo interesamos o contamos cuando un grupo o partido político pierde apoyo y somos utilizados como fuerza de presión. Somos marionetas. Nos enfrentan los unos contra los otros. En muchas ocasiones el enfrentamiento es ficticio, se inventan cuestiones para mantenernos ocupados, para que parezca que decidimos algo, pero en  lo verdaderamente importante “el pescado está vendido”. Nadie nos pregunta ni nuestra opinión ni nuestro parecer no fuera que este fuese distinto, no fuera que pensáramos en exceso, no fuera que no coincidiera con lo que ellos desean.

Esta sociedad anestesiada lo soporta casi todo, desde el cambio de nombres de calles de victimas, de asesinados por el frente popular durante la II republica, hasta la quema o profanación de Nacimientos, pasando por la ruptura de España. Nada es puesto en duda. El rodillo de lo políticamente correcto lo arrolla todo. En breve veremos con naturalidad lo que ahora parece inquietarnos. Ya nos sucedió con el aborto, con la ley de matrimonios homosexuales, con la prohibición de los toros en algunas zonas de la nación, con los aldeanos periféricos y su eterno complejo de victimismo. En poco tiempo aceptaremos y daremos por bueno que la calle dedicada a las víctimas de paracuellos desaparezca, la calle dedicada a los miles de mártires cuyo único delito fue el de discrepar, el de no pensar igual que sus asesinos y el de dejarse matar, y en su lugar pongamos el nombre del carnicero que lo permitió, aquel al cual hicieron Doctor Honoris causa y al que todos incluido el Rey de España, en un acto de desfachatez nunca antes conocido, felicito en su noventa cumpleaños.

También daremos por bueno que sustituyan a los Reyes Magos de Oriente por reinas, o en un futuro próximo, por travestidos  o drag queen. Sutilmente cambiaran nuestras tradiciones y creencias hasta que consigan seamos una sombra lejana de nuestra identidad. Borraran todo vestigio de lo que fuimos hasta que nos conviertan en lo que ellos quieren que seamos. Peleles a su merced.

Nuestra identidad está abocada a la desaparición. Solo desde la resistencia, solo desde el combate y la lucha, solo desde el inconformismo, podremos revertir una situación que parece irreversible. Este será mi propósito para este nuevo año, mi promesa para conmigo mismo. Espero no caer pronto en la desidia y el abandono. Es mucho lo que está en juego.

Javier Garcia Isac /Una Hora en Libertad

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