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Un año más…

Pablo Sagastibelza

Llega la Semana Santa, y con ella cientos de Hermandades salen a la calle a lo largo y ancho de la geografía española, desde Bilbao hasta Cádiz, desde Cartagena a Lugo, pasando por todos y cada uno de los pueblos de ambas Castillas, Extremadura, Madrid, Cataluña, Aragón,…, generaciones de familias enteras, abuelos, padres e hijos, nietos, jóvenes, viejos, niños, cientos de miles de personas que, con más o menos práctica religiosa el resto del año, estos días procesionan pacíficamente por doquier y colaboran intensamente para que las imágenes sagradas abandonen sus iglesias y capillas para pasearse por las calles.

Cada lugar tiene sus características, sus modos, sus tiempos, sus costumbres, pero a la postre todos ellos tienen un denominador común que se desborda en estos días: la fe arraigada en el pueblo, una fe que cuando menos merece respeto, por lo íntimo -la calidad- como por lo numeroso -la cantidad-.

Desde tiempo inmemorial, con las limitaciones de todo lo humano, estas Asociaciones de fieles cristianos procuran dedicar gran parte de su tiempo a la atención de los más pobres y necesitados, y a cuidar de un patrimonio cultural y religioso inconmensurable que sin su concurso poco menos que habría desaparecido.

Todo ello sería suficiente para medir la importancia de estas manifestaciones religiosas, pero para tener el cuadro completo con todos sus colores habría que añadir la enorme afluencia de turistas que atraen Hermandades y Cofradías. Aspecto este que se encuentra en el último lugar de las prioridades de los cofrades españoles, pero que sin duda es relevante para reflexionar sobre el fenómeno. ¿Quién puede calcular, por señalar un par de ejemplos, cuántos millones de personas han acudido a Sevilla o Valladolid atraídos por su Semana Santa?

Madrid no es una excepción, sino más bien lo contrario. Su Semana Santa crece de año en año con fuerza inusitada para una metrópoli moderna. Es fácil constatarlo, basta con pasear durante esos días por el centro de la ciudad para ver que se trata de una realidad en auge creciente. La puerta se abre el Domingo de Ramos con la procesión de Los Estudiantes. Desde la siete de la tarde hasta las doce de la noche, con entrada y salida en la Basílica de San Miguel, en pleno barrio de los Austrias, los dos Pasos de la Hermandad y sus cortejos encandilan a quien los contempla, imponen al espectador la seriedad y el buen gusto, el orden y la armonía.

Un año más llega la Semana Santa, en toda España y también en Madrid. A disfrutarla.

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