Todo es un parcheado, un cortoplazismo que en definitiva nada arregla y sólo sirve para ir colocando las piezas del dominó en una nueva crisis: la de la Deuda pública, ese agujero negro que nos devorará y que camuflan con cientos de eufemismos para restarle importancia, como si la palabra “deuda” hubiera perdido su verdadero significado para transformarse en polvorillas de nada. De nuevo el no saber, o no querer, distinguir entre gasto e inversión bajo la pueril teoría de que todo sale de la misma caja, o que “el dinero público no es de nadie” -Carmen Calvo, pixie & dixie-. Nos van a meter en un lío. Otro. Y en dos telediarios, todos Ninja (No income, no jobs, no assets…).
Resulta cachonda la foto del cierre leonés con la Internacional cantada a voz en cuello y puño apretado por Alfonso Guerra mientras Zetapé la entona como un monaguillo tímido con las manos a la espalda. Leyre Pajín, pañuelo a lo boy scout, y Bibiana Aído, de sanferminera flamenca, lo levantan como quien da la mano blanda al presentarse. Eso no es un puño, coño, parece pensar alguno que mira de reojo; como miran a ojo virado también los del politizado Constitucional cada vez que deja escapar Rubalcaba aquello de que el Estatut es armónico con la Ley de leyes, o Caamaño se pone a explicar de principio que somos un ‘estado federal’ (sic) cuando somos todo lo contrario: el federalismo (centrípeto) supone la cesión de las partes hacia un centro que garantice unos mínimos para todos y el sistema de autonomías (centrífugo) supone cesión de la unidad a las partes.
Obviemos que deberían estar calladitos y dejarse de presiones sibilinas por aquello de la división de poderes y además parecerlo, pues ya semejan nacionalistas de lo suyo, del querer mantener el ranchito del partido en el poder. Y es que del Estaut dependen otras cosas: el perder apoyos parlamentarios, mayorías; y no nos olvidemos que en el mismo saco van algunas que otras coherencias abandonadas, verdades escondidas e idealismos perdidos que se han metido con la practicidad como excusa. La practicidad de ellos y para ellos, claro está. Qué vergüenza de política, qué vergüenza de políticos comiendo el futuro de las nuevas generaciones hasta regalarles como sueño la pura supervivencia y quejándose después de que se comporten como descerebrados violentos, por pura rabia y vacío que ni saben expresar. Con lo cómodo que sería que sólo fueran descerebrados sentados en un sillón delante de la televisión.
CODA: “Te recomendamos que consultes tu decisión con un adulto/a”. De los flecos publicitarios que cuelgan de la nueva Ley del aborto que deberían aplicar muchos de los políticos antes de hablar.