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Los tambores, sustituidos por el silencio en la zona del estanque de El Retiro

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¿Quién no ha paseado cualquier fin de semana por la zona del estanque de El Retiro, oyendo de fondo los tambores de la denominada por muchos como la ‘fiesta de la percusión’?

Pues bien, esta imagen puede desaparecer; y es que el primer fin de semana de octubre, la zona cercana al monumento de Alfonso XII se llenó de policías municipales con la misión de acallar a los tambores. La causa, la Ordenanza de Protección de la Atmósfera contra la contaminación acústica, que prohíbe las “actuaciones de grupos musicales o vocalistas que utilicen equipos de reproducción, amplificación sonora o elementos de percusión”, aprobada en 2004 y que ahora se ha decidido llevar a rajatabla.  

Más de 20 años de batucadas

Lo que empezó siendo algo puntual, se ha convertido desde hace más de 20 años en una fiesta en la que todos los fines de semana se reúnen decenas de personas que comparten su pasión por la percusión. 

Este monumento se ha convertido en un punto de encuentro de personas de diferentes culturas, razas y edades. Ésta es una de las razones utilizadas por los centenares de defensores de estas reuniones, que han decidido movilizarse para evitar algo que ven como “una nueva forma de recaudar fondos, tras la ‘descorazonada’ de Madrid 2016”. 

Diversidad de opiniones

Más de 400 personas se han unido al grupo creado en la red social Facebook, denominado “Por la percusión en el Retiro que ha prohibido Gallardón”. El 11 de octubre, numerosas personas se concentraron en la zona. No se permitió entrar a la plaza con ningún tambor, por lo que los manifestantes hicieron música, pero con sus palmas y voces. Y así seguirán, con la intención de “defender la cultura y el arte en las calles”, como se recoge en otro blog creado para coordinar futuras actuaciones.

En este asunto chocan diferentes formas de entender la libertad.  Desde la Junta de Retiro se defiende que estas fiestas son, en muchos casos, molestas para los vecinos, que buscan en el Parque un sitio tranquilo. “Se han apoderado de una de las zonas más bonitas del Parque; la libertad de uno acaba cuando empieza la del otro, y una cosa es que se toquen dos o tres tambores, pero lo que sucedía ya era demasiado”, dice un usuario del Parque. Las voces defensoras, por su parte, creen que “es un parque público, lejos de las viviendas; no hay que exagerar, en el estanque se oye, pero desde otras zonas no. Esta medida tiene un afán recaudatorio, está claro”.

Mientras, algunos de los músicos aportan soluciones como la de permitir tocar sólo en unas horas concretas. Veremos si la ‘fiesta de la percusión’ tiene sus días contados.

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