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La batalla de San Quintín: Francia se postra a los pies del Imperio Español

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Antecedentes de la Batalla de San Quintín

En el S.XVI España y Francia competían por la hegemonía de la Europa occidental.Las fronteras pirenaicas, Navarra y sobre todo , Italia, eran fuente de continuas disputas. El dominio que ejercía España sobre Flandes, Luxemburgo, El Franco Condado y, más tarde el Milanesado hacia que el país galo estuviera cercado por un cinturón de territorios pertenecientes al Imperio Español que no solo le amenazaban sino que impedían su expansión.

La batalla de San Quintín  se dio en el marco de las Guerras italianas entre las tropas españolas y el ejército francés. Tras haber sido invadido en 1556 el Reino de Nápoles por las tropas francesas del duque de Guisa, Felipe II ordenó a las tropas españolas que se encontraban en los Países Bajos españoles invadir Francia.

El primer escenario del enfrentamiento se situó en Italia, donde el apoyo del Papa Pablo IV facilitó la entrada de tropas francesas para amenazar a los dominios españoles del Milanesado y sobre todo Nápoles. El III duque de Alba, que estaba al mando de los españoles, rechazó eficazmente a los invasores y aisló al Papa, hecho que le valió la excomunión a Felipe II.

En julio de 1557 Felipe II había regresado de Inglaterra  con dinero y  efectivos proporcionados por su esposa María Tudor  y nombró comandante en jefe a Manuel Filiberto, duque de Saboya.Poco después , a finales de mes, comenzó la invasión de Francia: 42.000 hombres de los que 12.000 eran jinetes,mientras que Felipe II avanzaba varios kilómetros más atrás , con unos 18.000 hombres de reserva , esperando a las tropas que aún habían que unírseles, en total 60.000 hombres, 17.000 jinetes y 80 piezas de artillería.

Tras penetrar en la Champaña, el ejército se dirigió a Rocroi con animo de sitiarla, pero sus importantes defensas les hicieron desistir de iniciar un asedio , de modo que siguió merodeando dando la impresión de no saber que plaza atacar. A unos kilómetros , un ejército francés al mando de Anne de Montmorency , condestable de Francia, seguía sus evoluciones dispuesto a intervenir. Parecía que Gisa sería la ciudad elegida, y el general francés logró introducir en ella abundantes refuerzos, sin que ello pareciera molestar el duque de Saboya. Pero una noche, a principios de agosto ordenó al conde de Egmont (mano derecha del Duque de Saboya) dirigirse con su caballería a cercar San Quintín, .La sorpresa era crucial para que el enemigo no pudiese introducir auxilios en la ciudad. Al amanecer se descubrió el engaño : se había logrado cercar una plaza con muy pocos defensores.

El impacto de esta medida entre los franceses fue determinante, ya que la guarnición de esta pequeña ciudad se limitaba a pocos centenares de soldados al mando de un capitán. El ejército español empezó el ataque el 2 de agosto, apoderándose del arrabal situado al norte, formado por unas cien casas y defendido por algunos fosos y baterías. La respuesta francesa fue enviar con prontitud extrema al almirante Gaspar de Coligny al mando de un contingente de socorro formado por apenas 500 hombres que logró introducirse en la ciudad durante la noche del 3 de agosto. Tras esta vanguardia de urgencia, a marchas forzadas, se aproximaba el ejército francés al completo al mando de Anne de Montmorency , con unos 22.000 infantes, 8.000 jinetes y 18 cañones. Tras introducir el primer contigente, realiza otra intentona con 4.500 soldados para reforzar  la ciudad sitiada. Fracasó rotundamente en su propósito al ser interceptado por una emboscada del conde de Mansfeld, al servicio de Felipe II.

Comienza la batalla de San Quintín

El 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo, Montmorency decidió avanzar sobre la ciudad de San Quintín con la intención de que su vanguardia cruzara el Somne en barca y penetrara en la plaza. Su plan consistía en reforzar rápidamente a los sitiados mientras el grueso del ejército francés se resguardaba temporalmente en el cercano bosque de Montescourt.

Sin embargo, poco después, Montmorency optó por cambiar de intención y ordenó que sus tropas abandonasen otra vez la protección del bosque, haciéndolas desplegar paralelamente mientras su vanguardia cruzaba el Somne. Esta imprudencia dejaba la puerta abierta a que los españoles pudieran cruzar el río por el puente de Rouvroy y así sorprenderle en mitad de la maniobra, pero el condestable de Montmorency confiaba ciegamente en que la estrechez del paso impediría tal posibilidad.

En este estado de cosas, un nuevo grupo mandado por Andelot cruzó con éxito el río, pero en la orilla izquierda se topó con los arcabuceros españoles, que causaron una cuantiosa matanza entre su tropa. Tan sólo unos 2 franceses lograron alcanzar la ciudad, y el mismo general Andelot resultó herido.

La caballería ligera imperial del Conde de Egmont acosó al flanco izquierdo de sus tropas y obligó a Montmorency a retirarse por enésima vez hacia el bosque, mientras la caballería francesa dirigida por Louis GonzagaDuque de Nevers trataba con dificultad de contener el ataque.

El estratégico puente sobre el Somne era estrecho, pero no tanto como suponía el condestable, de manera que las tropas del duque de Saboya lograron cruzarlo en poco tiempo. Además construyeron otro de barcas y tablones para permitir el cruce de más tropas, a la vez que la caballería de Egmont maniobraba hasta eludir el contraataque de Nevers y penetrar en el bosque donde se hallaba, ya totalmente copado, Montmorency. Ante esta asfixiante situación, el condestable no tuvo más remedio que presentar allí mismo batalla, desplegando a sus hombres de la mejor manera posible.Su situación era desesperada; era imposible transformar en breve tiempo ,una caravana desorganizada, agotada y en retirada en una formación de batalla. Aun así, logro situar lo que quedaba de su caballería en las alas, sus mercenarios alemanes en vanguardia y él, junto con los veteranos gascones, en retaguardia.
 

Mientras su retaguardia seguía amenazada por el conde de Egmont, la infantería de Felipe II ya se había desplegado y avanzaba en todo el frente.mandaba el centro; en el ala derecha se encontraban Mansfeld y Horne, y el ala izquierda iba a cargo de Aremberg y Brunswich. Ambas alas cayeron con extrema violencia sobre el ejército francés, que además de ser inferior en número se vio ampliamente desbordado a causa de las constantes descargas de los arcabuceros españoles, que destrozaban sin parar sus filas. La carnicería fue tal que los 5.000 mercenarios alemanes del bando francés decidieron rendirse en masa, dejando a numerosos soldados que se daban a la fuga. Únicamente resistía el centro, donde un apurado Montmorency recibía el implacable fuego de la artillería enemiga hasta que, viéndolo todo irremediablemente perdido, optó por una muerte honorable batiéndose cuerpo a cuerpo sin demasiado éxito. Fue capturado por un soldado español de caballería llamado Sedano, que por este hecho recibió un premio de 10.000 ducados, repartiéndolos luego con su jefe, el capitán Venezuela.

 
Todo acabó en cuestión de una hora y lacarnicería fue espantosa. Los vencidos contaron más de 6.000 muertos, entre los que había 300 prisioneros de la nobleza y entre los cuales se hallaban los duques de Montpensier y de Longueville, el príncipe de Mantua, el mariscal de Saint André y Rhingrave, con otros grandes señoresy entre los muertos se hallaba el señor de Enghien y capturadas más de 50 banderas y toda la artillería. Los prisioneros fueron 7.000.Los 5.000 mercenarios alemanes fueron repatriados a cambio del juramento de no servir bajo banderas francesas por un periodo provisional de seis meses. Otros 6.000 lograron escapar aprovechando el fragor de la batalla. Las bajas de las fuerzas de Felipe II apenas fueron de mil hombres, entre muertos y heridos.
 
Al conocer el resultado de la batalla San Quintín, Felipe II decidió celebrar la victoria ordenando la construcción del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Fue dedicado a san Lorenzo, santo del día de la victoria. Seguidamente se acercó a felicitar al duque de Saboya, y —contra su opinión— decidió no atacar directamente París hasta no haber tomado la ciudad de San Quintín, aún en manos francesas. Los sitiados resistieron hasta el 27 de agosto, cuando una columna española, otra flamenca y una tercera inglesa asaltaron —con un duro cañoneo— varias brechas abiertas en la muralla.
 
Consecuencia de la batalla de San Quintín

En 13 de julio de 1558 las tropas españolas volvieron a vencer a las francesas en la batalla de Gravelinas, forzando a Francia a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559.De esta forma se acabó con la amenaza del poderoso reino francés a las posesiones Hispanas en Flandes y sobre todo Italia. Y lo que es más importante aún, la hegemonía del Imperio Españo sobre  Europa Occidental durante un siglo más.

Fuentes:www.mundohistoria.com wikipedia.com y Revista Historia National Geographic nº 84, pág.87.

 

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