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San Agustín, 450 aniversario de la fundación de la ciudad más antigua de los Estados Unidos

El explorador y almirante asturiano Pedro Menéndez de Avilés fundó, un 28 de agosto de 1.565, hace ahora 450 años, San Agustín de la Florida, la ciudad europea más antigua de la parte continental de Estados Unidos (la primera ciudad sería San Juan de Puerto Rico, en la isla homónima del hoy Estado Libre Asociado estadounidense), medio siglo antes de que llegaran los primeros pioneros anglosajones del Mayflower, muy al norte de las costas de Florida. De hecho, San Agustín fue la primera ciudad en el actual territorio estadounidense, en el que ondeó la bandera española, y la última en arriarla, en 1.821.

En realidad, la exploración de la Florida empezó poco después del descubrimiento de América, en 1.513, y se prolongaría hasta 1.563, estando indisolublemente unida a Juan Ponce de León, quien buscaba la famosa Fuente de la Eterna Juventud. Pero fue la presencia de hugonotes franceses en la zona, lo que animó a la Corona española a buscar establecer un asentamiento fijo.
La expedición de Menéndez Avilés desembarcó en la zona conocida como Misión de Nombre de Dios –lugar considerado como el más santo de Norteamérica-, que se ha preservado hasta la fecha, y donde desde un principio prendió la devoción a Nuestra Señora de la Leche.
La vida de la colonia no fue fácil y debió sufrir los ataques de piratas como Francis Drake o Robert Searle, al servicio de la Corona inglesa; así como los continuos acosos de Inglaterra. Para prevenirlos, se construyó el magnífico Castillo de San Marcos –de 1.672-, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y que ha llegado hasta nosotros en perfecto estado de conservación, gracias entre otros factores, a su construcción en coquina, una mezcla de moluscos y arena, unida por la cal de las conchas, de extraordinaria resistencia y que, además, tenía la propiedad de no ser destruida por el impacto de las balas de cañón, sino que absorbía su fuerza.
Uno de los aspectos más desconocidos de la historia de Florida y la ciudad de San Agustín, es su apoyo desde bien pronto a los esclavos negros huidos de las colonias inglesas, a través de la vecina Carolina del Sur. Durante la colonización española de América no fue raro encontrar negros enrolados como marinos, soldados o colonos. Si bien en las colonias españolas existía la esclavitud – de los negros, no de los indios, por la protección de las Leyes de Indias auspiciadas por los Reyes Católicos-, el trato que recibían en la América hispana era mucho más benigno que el sufrido por los rigores de los ingleses. Los esclavos hispanos podían ahorrar dinero para comprar su libertad, se le autorizaba a denunciar los abusos de sus señores ante los tribunales, prohibía la separación de las familias….
Conocedores de esta realidad, numerosos esclavos de la Norteamérica anglosajona huían al Sur hispano, buscando el amparo de la Corona española. El propio Carlos II, en 1.693, alentaba estas huidas y disponía que se acogiera a los esclavos procedentes del Norte. El objetivo no era meramente altruista, sino que se buscaba debilitar económicamente a las colonias inglesas, que básicamente dependían del trabajo esclavo, como de hecho lo estuvieron durante mucho tiempo, hasta desembocar –entre otras razones- en la posterior Guerra de Sucesión estadounidense.
Los esclavos negros huidos del Norte consiguieron autorización de las autoridades españolas para fundar la población fortificada Fuerte Mosé, en 1.738, defendida por el fuerte de Gracia Real de Santa Teresa de Mosé, el primer lugar de los actuales Estados Unidos en que los negros pudieron vivir en libertad.
Ese mismo año de 1.738, se presentaron voluntarios negros fugitivos para constituir, bajo la bandera de España, una milicia con soldados y oficiales de su propia raza, como el capitán Francisco Menéndez.
Lo que no pudieron las armas, lo logró la paz. El Tratado de París, que ponía punto y final a una de tantas guerras que enfrentaron a España e Inglaterra, cedía la Florida –sólo temporalmente- a esta última. La Batalla de Pensacola, victoria que cabe en el haber del general español Bernardo de Gálvez, en su ayuda a los colonos americanos que luchaban por su independencia frente a Gran Bretaña, significó el retorno de la Florida a España, que ya no la abandonaría hasta 1.821, año en que la presión de la joven nación norteamericana, obligó a nuestro país a vendérsela a sus otrora aliados, que devolvían así ingratamente la extraordinaria ayuda española en su proceso independentista y sin la cual, no hubieran logrado su emancipación. Es decir que San Agustín fue ciudad española durante 256 años prácticamente ininterrumpidos, mucho más tiempo de lo que lo ha sido estadounidense.
El turista que acuda a San Agustín quedará impresionado por el fuerte de San Marcos, del que ya se ha hablado, pero lo que sin duda le cautivará, es el marcado sabor colonial de la ciudad, una de las que mejor ha sabido conservar su herencia hispana. Los nombres de sus calles de Valencia, Granada, Córdoba, de Cádiz, de Zaragoza, de Soto, de Avilés, de la Artillería; la Catedral con el escudo español; el Hospital Militar; así como las casas con blasones, como la de los Mesa, la de los Peso de Burgo, la de los Ximénez Fatio, la de los Hita, o la de los gallegos, evocan ese brillante pasado.

 

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