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El alcalde rectifica y se compromete a retirar las pantallas molestas

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Ya lo habíamos anunciado en este mismo periódico, que los nuevos soportes publicitarios autorizados por el Ayuntamiento en la capital iban a generar polémica. Di-cho y hecho. Desde que estas pantallas, bautizadas por los madrileños como “pantallazos” o “chirimbolos”, comenzaran a aparecer en las calles de la ciudad, numerosas voces se han alzado en contra de su presencia.

El conflicto surgió ya en el mismo concurso de adjudicación con presuntas irregularidades denunciadas ante los tribunales por una de las empresas participantes en la convocatoria. Unas dudas que se trasladaron después al Pleno del Ayuntamiento y que llevaron al Grupo Socialista a solicitar la suspensión de la instalación de los soportes hasta que el concurso sea examinado por la Comisión Municipal de Vigilancia de las Contrataciones y se emita un dictamen de la Comisión de Estética Urbana que evalúe el impacto visual y paisajístico de las pantallas.

Sin embargo, basta con pasear por Madrid para comprobar que las enormes dimensiones de los soportes publicitarios han roto el entorno arquitéctonico y estético de algunas zonas de la ciudad. Pero como una imagen vale más que mil palabras, acudan a la Plaza de la Independencia, miren hacia las Escuelas Aguirre y… ¡sorpresa!, la estatua ecuestre de Espartero ha desaparecido tras la publidad de una empresa de telefonía móvil. El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid  tampoco ha tardado en criticar la insensibilidad demostrada en la elección de los lugares de acogida de las pantallas. “Su tamaño es desproporcionado y se ubican en entornos urbanos de calidad. Rompen la escena urbana”, aseguran.

Además de estropear el entorno, algunas de las nuevas pantallas provocan trastornos a viandantes, vecinos y comerciantes. Muchos madrileños encontraron de un día para otro los polémicos soportes a escasos metros de su portal, de su ventana o de sus tiendas. En las calles de Salamanca, los “chirimbolos” ocultan fachadas de gran valor arquitectónico, como los edificios protegidos de la Plaza del Marqués de Salamanca; impiden la visibilidad de los vecinos desde sus ventanas; taponan el paso de la luz a las casas; y dificultan la movilidad en algunas de las calles más frecuentadas de la capital. Los residentes del número 65 de la calle Goya o del número 64 de Ortega y Gasset lo saben muy bien.

Ante el malestar surgido, Gallardón se ha comprometido a cambiar los soportes que estén mal ubicados porque “por parte del Ayuntamiento no hay ningún tipo de rigidez”. Aunque aseguró que se realizó un estudio previo sobre los lugares de ubicación, el alcalde reconoció que “una cosa es estudiarlo sobre el papel y otra ver el impacto una vez instalado el soporte”. Por ello, el Ayuntamiento revisará las propuestas de cambio que formulen tanto los madrileños como los técnicos para, en el caso que proceda, modificar la ubicación de las pantallas. Lo que sí está claro es el beneficio económico que recibirá el Ayuntamiento por esta concesión durante 10 años a Unión Temporal de Empresas Cemusa y Clear Channel España y que alcanza los 160 millones de euros. En total, se intalarán 900 pantallas de 3×2, 4×1 y 8×3 metros, así como monopostes de 52 metros cuadrados. Un sistema de financiación lícito, pero a tenor de los resultados también polémico.

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