El Paseo de Recoletos tiene el dudoso “honor” de ser la calle más ruidosa de la ciudad. Así se desprende del Mapa del Ruido elaborado por el Ayuntamiento durante dos años, utilizando los datos de las treinta estaciones fijas de la red de vigilancia de la contaminación acústica y de los 1.834 puntos de medida móviles. El nuevo documento mide tan sólo la contaminación producida por el tráfico de coches, dejando de lado aspectos tan habituales en la ciudad como las obras, los bares o las actividades industriales.
Por todo ello, los doce carriles que atraviesan el Paseo de Recoletos utilizados por miles de vehículos diariamente son los principales culpables de que en esta zona de la capital se registren hasta 71 decibelios durante el día y 68 durante la noche. Datos que superan el límite de 65 decibelios fijado como recomendable por la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, los vecinos y comerciantes de la zona han mostrado su sorpresa ante este primer puesto en el ranking del ruido. Y aunque coinciden en que el tráfico del paseo es intenso, en su opinión son las actividades de la Plaza de Colón las que provocan más molestias.
Junto al Paseo de Recoletos, todas las grandes vías de la ciudad superan los 70 decibelios, por lo que de acuerdo con la actual ordenanza de ruido pueden ser consideradas “áreas ruidosas”. Destacan entre todas ellas, por ejemplo, los dos anillos de circunvalación (M-30 y M-40), la prolongación de la calle O’Donnell, la Glorieta de Carlos V, la Plaza de Castilla o el Paseo de la Castellana. Por el contrario, la Casa de Campo, con 52 decibelios de día y 46 de noche, es el lugar más silencioso de la capital.
El Mapa Acústico de Madrid ha sido elaborado para cumplir con la Directiva Europea y la Ley del Ruido que exigen que los municipios de más de 250.000 habitantes tengan datos cartográficos del ruido que se produce en sus calles. Este es el inicio de un proyecto más ambicioso que pretende determinar la población real afectada por el ruido. A partir de entonces, el Ayuntamiento estará en disposición de adoptar medidas para rebajar estas molestias, como la instalación de pantallas acústicas y asfalto poroso o la reducción de la velocidad del tráfico. Algunas de estas iniciativas ya empiezan a dar sus frutos. Por ejemplo, el soterramiento de varios tramos de la M-30 ha contribuido a rebajar hasta en 20 decibelios los niveles sonoros de las zonas afectadas. Estos buenos resultados no se han visto todavía reflejados en el Mapa del Ruido porque sus datos corresponden al año 2006.
