Los agentes se encontraban en los aledaños del establecimiento mientras se descargaban los productos de una furgoneta al almacén; fue entonces cuando los efectivos se percataron de que los alimentos no cumplían la normativa en cuanto al transporte de los mismos.
A raíz de dicha situación se llevó a cabo una inspección por parte de la Policía local. Los agentes preguntaron al conductor por la procedencia y destino de los alimentos, respondiendo éste que serían utilizados para un restaurante del que era dueño. Para evitar que los productos fuesen comercializados, los agentes precintaron el género en el interior del almacén.
Así, se estableció un dispositivo de 24 horas durante tres días por parte de la Unidad Integral de la Policía Municipal del distrito de Salamanca; de esta manera se impedía el uso o destrucción de los alimentos. Finalmente, los Servicios Municipales se incautaron de 2.200 kilos de productos en mal estado, que fueron destruidos posteriormente para evitar riesgos sanitarios mientras al propietario del establecimiento le tramitaron varias denuncias administrativas.