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“Los primeros días nos ayudaron, pero ahora nos toca buscarnos la vida”

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“Ya nunca volveremos a hacer lo que hacíamos como lo hacíamos, esa rutina ha desaparecido para siempre”. Esta es la frase que mejor explica la desolación que sienten Alejandro y Juan Carlos, una de las familias afectadas por el derrumbe del edificio número 6 de la calle Mariano Fernández.

Ha pasado ya un mes y medio desde el desplome; y aunque continúan con sus trabajos y se vislumbra en sus caras cierto optimismo, en realidad se sienten perdidos, desorientados y les impresiona sobremanera volver al lugar de los hechos. Consiguieron recuperar parte de sus pertenencias. Lo más importante, dicen: “recuperar a uno de nuestros gatos que, increíblemente, sobrevivió al derrumbe”. Lo más doloroso: “sacar con nuestras propias manos al otro gato que, por desgracia, había muerto”. Concretamente ellos, no se encontraban en su casa cuando saltó la alerta. Uno de los vecinos les llamó, advirtiéndoles de la situación y el improvisado desalojo. Cuando llegaron, veinte minutos después, ya no había edificio. “En cuestión de 20 minutos se vino la casa abajo” aseguran. Desde entonces, el que era su hogar desde hacía 10 años, al igual que el de 7 familias más, es un solar lleno de cables, maquinaria y tierra.

Situación decepcionante
Reconocen que la ayuda de emergencia, a través del Samur Social, por parte de la Junta Municipal de Tetuán y del Ayuntamiento madrileño, fue adecuada. Sin embargo, una vez que los afectados dejaron los hoteles que les dieron cobijo los primeros ocho días, todo empeoró. El Consistorio puso a su disposición pisos de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS); en principio, por un alquiler de unos 500 euros. Pero no todas las familias afectadas podrían optar a uno de estos inmuebles. Se estudiaría caso por caso y, en función de la renta de cada una de ellas y sus necesidades, accederían a él o no.  Sin embargo, según los afectados, el alquiler de esos pisos era más caro que lo que podrían encontrar en el mercado buscando por su cuenta, estaban sin amueblar y, además, les alejaba del barrio. 

Por todo ello, a día de hoy, sólo una familia del bloque de Juan Carlos y Alejandro ha aceptado plenamente lo ofrecido por el Ayuntamiento. El resto continúa viviendo de la generosidad de familiares y amigos.

Esta situación ha decepcionado enormemente a estos vecinos, que se sienten desamparados y solos. Alejandro y Juan Carlos aseguran que ellos en ningún momento han querido que se les regale nada, pero sí que se les ayude en concordancia con lo ocurrido. Que no se les abandone, o se compare su problema  con situaciones más livianas, evidentemente incomparables. “Las administraciones podrían habilitar mecanismos extraordinarios en estos casos, y no lo hacen” explica Juan Carlos. 

Mientras, continúan los estudios que  revelarán las causas del derrumbe. Y para entonces, “ya veremos cómo actuamos” concluye esta pareja que no se olvida de agradecer el apoyo recibido por el resto de vecinos y madrileños.

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