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Desarticulada la banda de los «navy seals de Orcasitas» que robó bancos en media España

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La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil acabó con la banda más sofisticada y activa de España en atracos a sucursales bancarias especializada en reventar las cajas fuertes. Operaban en «media España» ya que desde Madrid se trasladaban a Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Aragón, Extremadura y Cantabria.

La operación se saldó con la detención de siete personas que actuaban con precisión militar y alta sofisticación. De ahí que los agentes que les seguían la pista les llegaran a bautizar como los ‘navy seals de Orcasitas’, en referencia al cuerpo de operaciones especiales del ejército estadounidense y al barrio madrileño donde residían. La justicia les imputa 9 atracos consumados entre el último trimestre de 2016 y el primero de 2017, dos de ellos perpetrados en la provincia de Toledo, concretamente en las localidades de Ontígola y Cabezamesada.

Según desveló ayer el teniente coronel Javier Rogero, jefe del Grupo de Delincuencia Organizada de la UCO, el grupo estaba compuesto por ocho personas de entre 20 y 38 años de las que seis son españoles y dos dominicanos, uno de los cuales está en busca y captura. Cinco de los detenidos cuentan con decenas de antecedentes penales -algunos hasta 150- por robos anteriores.

La banda tenía una actividad frenética ya que en los últimos seis meses se tiene constancia no solo de los nueve robos en cajas fuertes y diversos robos de vehículos y falsificación de matrículas, sino de diez intentos más frustrados por las fuerzas y cuerpos de seguridad de Estado. Además se investiga su presunta relación en medio centenar de robos en entidades bancarias en los últimos años.

Las investigaciones se iniciaron a raíz del aumento en el robo de cajas fuertes en entidades bancarias de diversos lugares siguiendo un mismo modus operandi. La banda siempre elegía localidades pequeñas donde la presencia de policía municipal y guardia civil era escasa o nula, que contara con varias vías de acceso y que estuvieran cerca de una autovía.

El grupo tenía un líder que se encargaba de fijar el objetivo y decidir la fecha y las personas de la banda que actuarían en cada ocasión. Se dividían en dos. Una parte actuaba como una célula de logística, encargada de robar los vehículos (siempre todoterreno de alta gama) y dotarlos de matrículas falsas y dobladas, es decir correspondientes a coches de la misma marca y color que el sustraído. Esos coches se iban moviendo por varias plazas de garaje que tenían alquiladas en diferentes puntos de Madrid.

La célula de logística también se encargaba de comprar los materiales necesarios para reventar las cajas fuertes, desde sopletes hasta radiales pasando por mazas, taladros, palancas, inhibidores y detectores de frecuencia, etc. De hecho los agentes se incautaron de abundante material de ese tipo en los nueve registros llevados a cabo en Madrid por orden del juzgado de Instrucción número cuatro de Huesca, que ha dirigido las actuaciones. Además encontraron 20.000 euros en metálico así como un chaleco antibalas y tres armas de fuego que, eso sí, nunca llegaron a utilizar en ningún robo.

Otra parte del grupo actuaba como célula operativa, encargada de perpetrar el robo. Para eso varios miembros se desplazaban en dos vehículos, el robado y otro legal (que estaba siempre a nombre de algún familiar) hasta la localidad elegida para el golpe. Una vez allí, el conductor del vehículo legal distribuía a tres o cuatro personas en puntos clave de vigilancia, mientras que los ocupantes del vehículo sustraído, el jefe de la banda y dos personas más, se encargaban de la comisión del robo. Para eso lo primero que hacían era cambiar el bombín de la cerradura y anular las alarmas. Esperaban un rato para comprobar que no acudía ningún policía o vigilante a la sucursal y regresaban con el material para reventar la caja. Antes de irse rociaban la oficina bancaria extintores para intentar borrar cualquier huella o rastro y se hacían con los discos duros del sistema de cámaras de vigilancia del banco.

Según el teniente coronel Rogero, el grupo pudo hacerse en unos meses con entre 700.000 y 750.000 euros solo en los nueve robos que la Justicia les achaca. «El mayor botín fue de unos 100.000 euros pero nunca bajaba de 50.000», explica al respecto antes de añadir que manejaban bastante dinero y llevaban un tren de vida «desahogado» pero no hacían ninguna «ostentación» que pudiera llamar la atención. Además, según se ha podido comprobar, «reinvertían en su empresa» buena parte del dinero obtenido de manera ilícita para la compra de material y vehículos. «Su señas de identidad eran las enormes medidas de seguridad que guardaban y la precisión militar con la que actuaban», señaló Rogero.

La UCO, explicó el responsable del grupo de delincuencia organizada, se ha llevado una sorpresa al encontrar ADN de uno de los detenidos en esta operación en otro atraco a una entidad bancaria que tuvo lugar en Suiza hace tiempo. Es por eso, explicó, por lo que han abierto una línea de investigación relacionada con la posibilidad de que también actuaran en el extranjero.

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