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Kyrgystán

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¿Nunca has oído hablar de Kyrgystán? No es de extrañar. Es una de las numerosas repúblicas exsoviéticas que configuran el Asia Central. Al público, en general, no le resulta fácil distinguir unas de otras. Sin embargo, para quienes aman las aventuras exóticas, Kyrgystán complace las más altas exigencias. Una de ellas, por ejemplo, es convivir unos días con los nómadas de Song-Kul, junto al mágico lago del mismo nombre. Es la emocionante y enriquecedora experiencia que vivió recientemente quien esto escribe.

Para los nómadas kirguises, interesarse por ellos y compartir su exótica vida entre caballos salvajes y ovejas, supone un preciado regalo. También para el viajero es un inolvidable deleite experimentar su genuina hospitalidad. Tan interiorizada la tienen que al nómada kirguis le resulta ofensivo que su invitado rechace cualquier ofrecimiento de su parte. En este sentido, este escritor tuvo que beber kymiz, la bebida nacional, que no es otra cosa que leche ordeñada de yegua, de agrio sabor para cualquier occidental. En agradecimiento por su hospitalidad, el viajero puede ofrecerle algo suyo: un reloj o cualquier otro objeto personal.  

Los nómadas, en honor del invitado, realizan la matanza de un cordero. En primer lugar, dos miembros de la tribu persiguen al rumiante inmovilizándole y atándole las cuatro patas en un solo nudo. En esos instantes previos a la matanza, la mirada del animal, entre asustada y triste, te atraviesa el alma. Tienes el convencimiento de que intuye su final. Después, siguiendo las prácticas rituales nómadas, se le degolla cortándole la vena yugular y la arteria carótida. Así se procede al desangramiento, al que le sigue la desmembración del cuerpo. Una experiencia no apta para almas sensibles.

Empatía con la naturaleza
Los kirguises son absolutamente empáticos con la naturaleza. Esto se ejemplifica muy bien, entre otras facetas,  en su orgullosa relación con los caballos. Los kirguises y los caballos son sinónimos. Su dominio del caballo es legendario. Lo gobiernan desde tiempos remotos, sin tener que usar las manos, que les quedan libres para disparar armas y defenderse de sus invasores. A los niños se les enseña ya a cabalgar a los indomables antes casi de que aquéllos sepan andar. El caballo ha sido -y aún es- la principal forma de transporte, y, como consecuencia de su maestría con él, la mayoría de los deportes en Kyrgystán están relacionados con el caballo. Como el At-chabysh, una carrera en la que un joven montado tiene que atrapar a una muchacha también montada en su corcel. Su premio: un beso. De hecho, la forma tradicional en la que un joven kirguis consigue esposa es fijándose en una de las chicas que le gusta y llevándosela en su caballo. Sin embargo, en este sentido, en ciudades y pueblos predominan otros métodos más sutiles para que el hombre pueda proponer nupcias a la mujer sin temor a equivocarse: si ésta lleva una única trenza colocada sobre el hombro derecho hacia adelante, significa que está casada; si por el izquierdo, soltera, y si la trenza cae libremente sobre su espalda, la viudez es su estado civil.

www.franciscogavilan.net 
Más info: CBT Tourism: Myrza Ozubekov:
Tel. (03535) 22355; e-mail: [email protected] ;European Centre for Eco and Agro Tourism (ECEAT); Minahassastraat,1 ;1094 RS Amsterdam. Tel. +31-20-6630479;
[email protected]
 

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