La estafada fue abordada por dos individuos que le hicieron creer que disponían de varios décimos de la ONCE que habían sido agraciados con 30.000 euros, pidiéndole una cantidad de dinero a cambio de darle el falso boleto de lotería. La anciana, que no pensaba otra cosa que en poder ayudar económicamente a sus hijos con el ‘premio’, llegó a pagar hasta 3.000 euros a los defraudadores.
El Distrito ha tenido acceso a la denuncia que la afectada interpuso en la comisaría de San Blas Canillejas. De acuedo al relato que ofreció a las autoridades y a este medio de comunicación, los hechos tuvieron lugar el pasado 7 de febrero, en las inmediaciones del mercadillo de Vicálvaro sito en la calle Villablanca. La mujer caminaba por la vía cuando un hombre, de alrededor 47 años y “con acento gallego”, se le acercó y comenzó a charlar con ella diciéndole que se disponía de varios décimos de lotería que habían sido premiados con 30.000 euros.
Para granjearse la confianza de la septuagenaria, el varón le empezó a hablar de que se encontraba enfermo y que ella le recordaba a su madre, indicándole que había fallecido recientemente. Acto seguido, el individuo explicó que necesitaba dinero con urgencia para otro menester, proponiéndole a la mujer que le comprase el boleto premiado. Entonces entró en acción otro hombre, de unos 55 años que vestía traje, conocido en el argot policial como ‘el gancho’. Éste convence a la víctima de que los décimos están premiados, llegando incluso a simular una llamada de la ONCE asegurando la veracidad de los hechos.
A continuación, los dos varones le ofrecen a la anciana darle un décimo a cambio de 3.000 euros, a lo que ella acepta. En un primer momento, la víctima acudió a una sucursal del BBVA en la calle San Cipriano para obtener el dinero, sin embargo, desde la entidad le informan que no podía sacar dicha cantidad en aquellas oficinas, por lo que acude a las ubicadas en la calle O’Donnell, siendo trasladada en el vehículo de los propios estafadores.
Tras obtener el dinero, la mujer se lo da a los dos individuos. Uno de ellos, el varón que en un principio le hizo creer a la afectada que se encontraba enfermo simuló sentirse mareado, indicando que necesitaba comer. La víctima entró a un bar de la zona con la intención de comprarle un bocadillo, momento que aprovecharon los estafadores para huir del lugar con los 3.000 euros de la septuagenaria.
