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La Plaza de Munilla soporta los efectos del ‘botellón’

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Los vecinos de la Plaza de Munilla necesitan ayuda. Ase-guran que llevan dos años soportando los múltiples daños ocasionados por un grupo de jóvenes que han convertido esta zona tranquila del distrito en su lugar de ocio y reunión.

Desde hace meses conviven entre vómitos, orines, ruidos de petardos, gritos y música, pintadas, restos de porros y botellas, basuras, etc. Una situación ante la que se sienten indefensos pues, según afirman, “si nos dirigimos a este grupo de personas nos intimidan e insultan y tenemos miedo de que alguien algún día salga herido”.

Son muchas las quejas que han formulado los vecinos al respecto, sin embargo, todas ellas parecen haber caído en saco roto. Por eso, varios afectados han eleborado un escrito que entregaron en la Junta Municipal hace unos días con el fin de que la Administración tome cartas en el asunto de una vez por todas. El documento se acompaña además de varias imágenes que dejan constancia de los múltiples motivos de desesperación de estos vecinos. Entre ellos, destacan los que se derivan de los problemas de convivencia con el grupo de jóvenes que, según afirman, ha convertido su tranquila plaza en un lugar inhóspito e intransitable. Como ejemplo señalan, los malos olores procedentes de los orines acumulados en suelos y fachadas, “verdaderamente insoportables sobre todo cuando hay humedad” -afirman-, los bancos arrancados y colocados a escasos metros de las viviendas y la acumulación de los restos del ‘botellón’ y otros desperdicios. Estos últimos, motivo además de que hayan aparecido en la zona ratas y palomas cuyas defecaciones impregnan las aceras, atascan los canalones y estropean, por abrasión, las fachadas, los aparatos de aire acondicionado y la ropa tendida. Pero este no es el único ataque que sufre la colada de los vecinos. También los petardos y rastreros han estropeado algunas prendas de ropa. En este sentido además, los vecinos apuntan una nueva tendencia preocupante. Al parecer, los jóvenes arrojan petardos en el interior de una antigua tapicería ya cerrada, lo que conlleva un riesgo de incendio para las viviendas situadas encima del local.

Por otra parte, a todos estos problemas se unen también los derivados del abandono municipal en el que se encuentra la zona, según denuncian los afectados. “Hay una farola que llevaba más de 30 años con los cables descubiertos a merced de cualquier niño curioso y cuando vino el técnico, le pusieron cinta aislante. Así lo solucionó”, manifiestan. Además, se quejan de la existencia del tocón de un árbol que sobresale de la tierra y supone un serio obstáculo para los viandantes, así como de la descuidada vegetación de la zona.

Múltiples denuncias y una sola reclamación: dar solución a estos graves problemas de convivencia social, “porque somos ciudadanos de Madrid, gente honrada y trabajadora, que paga sus impuestos y que tiene derecho a recuperar su entorno tal como era: limpio y sano”.

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